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El cardenal y arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, de 71 años, elegido ayer nuevo presidente de la Conferencia Episcopal, ofreció la colaboración leal de los obispos a «la autoridad política» bajo el principio del bien común, en su primera comparecencia pública tras su elección. Los prelados rompen así con su tradición de reelección que rige en la Casa de la Iglesia desde 1969.

El cardenal, que salió elegido en primera votación frente al hasta ahora presidente Ricardo Blázquez, obispo de Bilbao, por dos votos de diferencia, recalcó que el cargo que a partir de ahora ocupará tiene la «categoría de servicio», y es un trabajo adicional al que los obispos tienen pastoralmente al frente de sus diócesis respectivas.

«Un sacrificio más»
Se trata de «un sacrificio más, un servicio a la CEE y a los obispos», porque el presidente, explicó, «no es la cabeza del episcopado» ni «el jefe de los obispos», ya que la relación jerárquica de los prelados se establece directamente con el Papa, y la función del presidente de la Conferencia es el servicio en la comunión de los obispos.

El portavoz de la Conferencia, Juan Antonio Martínez Camino informó previamente de los resultados de la votación y explicó que Rouco había salido elegido en la primera votación con todos los obispos con derecho a voto presentes en el aula, a excepción de Juan José Omella, obispo de Calahorra-La Calzada, que no acudió a la Asamblea Plenaria por enfermedad.

De los 77 votos posibles Rouco obtuvo 39 (el mínimo necesario) frente a los 37 de Ricardo Blázquez, mientras que un voto fue para Antonio Cañizares, cardenal primado y arzobispo de Toledo y hasta ayer vicepresidente de la Conferencia.

En la votación para vicepresidente, en la que fueron necesarias dos votaciones, fue elegido Ricardo Blázquez con 45 votos, frente a los 29 de Cañizares; dos, Carlos Osoro, arzobispo de Oviedo, y uno para el cardenal y arzobispo de Barcelona, Lluis Martínez Sistach.

Rouco tuvo palabras de reconocimiento y agradecimiento a sus predecesores en el cargo, y se despidió de los informadores declarando su admiración «por el eco que suscitamos, que espero sea señal de las posibilidades de una buena comunicación con los medios».