Fotografías, mensajes y flores en recuerdo de Diana de Gales se amontonan a la entrada del palacio de Kensington, en Londres como motivo del décimo aniversario de su muerte. Foto: ANDY RAIN/EFE

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P. ALONSO -EFE-LONDRES Sin la emoción desbordada de hace una década, el Reino Unido conmemoró ayer los diez años de la muerte de Diana de Gales con un servicio religioso de la realeza y numerosos homenajes populares en recuerdo de la «princesa del pueblo».

La serenidad del tributo a Diana contrastó con las dramáticas escenas de duelo nacional vividas en este país -poco dado a exteriorizar sus sentimientos- tras la trágica muerte de Lady Di en un accidente de tráfico ocurrido en París el 31 de agosto de 1997.

Con emoción contenida, pues, los dos hijos de Diana, los príncipes Guillermo y Enrique -que sólo tenía 15 y 12 años, respectivamente, en el momento del siniestro- protagonizaron un servicio de acción de gracias en Londres en memoria de su madre.

Al acto, celebrado en la Capilla de la Guardia, próxima a la residencia real del Palacio de Buckingham, acudieron una treintena de miembros de la Familia Real, entre ellos el príncipe Carlos, padre de ambos jóvenes y heredero al trono, y la reina Isabel II.

Durante la ceremonia, amenizada con melodías de compositores como Mozart -muy del gusto de la difunta- y televisada en directo, Guillermo, de 25 años, y Enrique, de 22, hicieron sendas lecturas, ambos con semblante serio y de riguroso traje oscuro.

«Ella fue la mejor madre del mundo», dijo Enrique con voz trémula, un gesto emotivo aplaudido por cientos de personas congregadas a las puertas de la capilla, a quienes no se permitió presenciar el acto pese a ser un tributo a la «princesa del pueblo».

La gran ausente del servicio fue Camilla Parker Bowles, segunda esposa del príncipe Carlos, quien justificó su decisión de no acudir al alegar que su presencia distraería la atención del verdadero objetivo del evento, «recordar la vida y trabajo de Diana». Camilla, duquesa de Cornualles, había sido invitada por los hijos de Diana, pero el pasado domingo hizo un sorprendente anuncio para aclarar que finalmente no acompañaría a la Familia Real.

La duquesa, a quien Diana se refería como «el Rotweiler» y acusó de hundir su matrimonio por su relación extraconyugal con Carlos, cambió de parecer presionada, al parecer, por Isabel II debido a la polémica que su presencia podía suscitar en la opinión pública.

Entre los más de 500 invitados que abarrotaron la capilla sí se encontraban el primer ministro británico, el laborista Gordon Brown, y sus antecesores, su correligionario Tony Blair -quien bautizó a Diana «la princesa del pueblo"- y el conservador John Major.

También estuvieron presentes la familia de Diana, encabezada por su hermano, el conde Charles Spencer, así como varios amigos de Lady Di, entre ellos los cantantes Elton John y Cliff Richards, y representantes de organizaciones benéficas que apoyó la princesa.

Al margen del acto oficial, cientos de admiradores y turistas depositaron ante el Palacio de Kensington, antigua residencia de Lady Di en Londres, flores, fotos y poemas en recuerdo de la princesa, aunque en muchísimo menor número que hace una década.

En una nota que pendía de un ramo de rosas blancas podía leerse «Diana, Reina de Corazones, te echamos de menos», una frase que resume el sentir generalizado de quienes peregrinaron al palacio.