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CARLOS MÍNGUEZ-MADRID
La Princesa de Asturias y la Infanta Sofía recibieron ayer por la tarde el alta médica en la clínica Rúber Internacional de Madrid, donde el pasado domingo por la tarde llegaba al mundo la segunda hija de los Príncipes de Asturias, tras un parto por cesárea. Cinco días después de tan feliz acontecimiento para la familia Borbón-Ortiz, la Infanta Sofía hacía su primera aparición en público, a las puertas de la clínica, donde su hermana Leonor dio muestras de tener un Real carácter.

La Princesa de Asturias aseguró sentirse bien y decía que, como ocurrió con Leonor, quiere dar el pecho a su segunda hija y estar con ella el mayor tiempo posible. «Me reincorporaré cuando acabe» la lactancia, comentó.

A las seis y diez de una tarde por fin primaveral, los Príncipes de Asturias atravesaban la puerta principal del mismo hospital en el que, en la madrugada del 31 de octubre de 2005 nacía Leonor.

Doña Letizia apareció sonriente, radiante, con la melena suelta y vestida con un pantalón y un abrigo en tonos rosa -los zapatos, de tacón, eran del mismo color- y con Sofía sobre su regazo envuelta en una toquilla beige y dormida plácidamente. A su lado, el príncipe de Asturias, feliz con Leonor en brazos.

Aunque los Reyes y las Infantas Elena y Cristina -también la abuela materna, Paloma Rocasolano- habían dicho estos días que la recién nacida tenía un aire a Leonor, Letizia no acaba de encontrar ese parecido. «A mi -afirmó doña Letizia- me hacía mucha ilusión que se llamara como la Reina, y a ella también le ha hecho mucha ilusión». La elección fue por unanimidad. «Nos hacía mucha ilusión a los dos. Es un nombre precioso», apostillaba don Felipe.