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La madrugada del domingo, día 30, los relojes deberán retrasarse una hora a las 03.00, de forma que pasen a ser las 02.00, en cumplimiento de la directiva que rige el denominado «Cambio de hora» con carácter indefinido para todos los países miembros.

El cambio de hora empezó a generalizarse, aunque de forma desigual, a partir de 1974, cuando se produjo la primera crisis del petróleo, y algunas naciones decidieron adelantar sus relojes para poder aprovechar mejor la luz procedente del sol y consumir así menos electricidad en la iluminación.

Se aplica como directiva (ley europea) desde 1981 y ha sido renovada sucesivamente cada cuatro años.

La norma europea establece con carácter permanente las fechas de inicio del periodo de la Hora de Verano (en el que se adelanta el reloj una hora) y su finalización (cuando, como ahora, el reloj se retrasa una hora), produciéndose el último domingo del mes de marzo y el último domingo del mes de octubre, respectivamente.