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EFE-MADRID
Los estereotipos que identifican al chico como un poseedor de una naturaleza sexual «sin límites» y a la chica como «la que debe controlar» mantienen una «sorprendente vigencia» en las relaciones sexuales entre adolescentes, dominadas por la influencia del grupo y la banalización de las conductas de riesgo.

Estas son algunas de las conclusiones de un estudio echo por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), el Instituto de la Juventud y la Obra Social de Caja Madrid, que refleja también que «algo se mueve» en la sexualidad adolescente, como la desaparición del riesgo por la pérdida de la virginidad.

Los chicos se consideran y, así los perciben las chicas, como seres con una sexualidad «sin límites», difícil de controlar, lo que justifica «casi todo», desde la infidelidad a la ausencia de culpa. Los varones tratan de ostentar su sexualidad en el grupo; se mueven en búsqueda de un encuentro sexual; su único miedo es «no dar la talla», y perciben el futuro como el momento en el que se les ha quitado un peso de encima y pueden dedicar más tiempo al compromiso y al lado emocional de las relaciones.

Las chicas, por el contrario, se ven obligadas a matizar su deseo y ven el sexo como la culminación de un proceso lleno de aspiraciones. Deben mantenerse en una conducta «ambigua y contradictoria», capaz de aunar el hecho de estar disponible para no ser considerada una «estrecha», con ejercer el control para evitar futuras consecuencias, un peso que recae bajo su responsabilidad.