Putin mostró reticencias aludiendo al impacto sobre la economía rusa.

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EUROPA PRESS-MOSCÚ
En virtud de esta decisión gubernamental, que permitirá la entrada en vigor del tratado y que se ha hecho esperar durante varios meses, los ministerios y agencias a los que afecta dicho documento tendrán tres meses para elaborar un amplio plan de acción que cumpla con las obligaciones que impone el Protocolo de Kioto y ejerza los derechos previstos en él.

Rusia llevaba meses lanzando mensajes contradictorios, o al menos muy imprecisos, sobre sus intenciones respecto a Kioto; en un primer momento aseguró que pensaba ratificarlo, pero a finales de 2003 el presidente Putin en persona expresó sus dudas, aludiendo al impacto que tendría en la economía del país.

Así, la ratificación de este acuerdo internacional por parte de Rusia, necesaria para que éste entre en vigor, está prácticamente lograda puesto que el partido pro-Kremlin Rusia Unida cuenta con la mayoría absoluta en la Duma, por lo que el proyecto de ley del Gobierno debería ser aprobado sin problemas. Por el momento no se ha indicado cuándo se someterá dicho texto al voto de los diputados.

La entrada en vigor de Kioto requiere la ratificación por un mínimo de 55 países cuyas emisiones sumaran en 1990 el 55% del total global. Hasta finales de 2003 lo habían ratificado 120 países, con un 44,2% de las emisiones, mientras que Rusia representa el 17,4 por ciento.