Las mismas fuentes, que indicaron que la apertura posterior de esta
puerta se hizo con maquinaria de obra pública, explicaron que el
mismo blindaje de hormigón se había preparado en los accesos a
todas las dependencias y pisos del inmueble, «lo que ha dificultado
el desalojo de los ocupantes».
Por otra parte, al término de una concentración, que contó con
un millar de participantes en protesta por el desalojo del Euskal
Jai, se registraron diversos incidentes en el Casco Viejo de
Pamplona entre la Policía Nacional y grupos de jóvenes que lanzaron
piedras y diversos objetos, alguno de los cuales llegó a impactar
contra los viandantes.
Algunos de ellos «presentaban una gran resistencia utilizando
métodos de encadenamiento y ocultamiento para entorpecer más la
labor de desalojo, de forma que nueve de ellos tenían uno de sus
brazos en un tubo metálico que a su vez se encontraba revestido de
un gran dado de hormigón, con la muñeca sujeta con un candado al
final del cubo y sin acceso al mismo».
Además, otros cinco jóvenes se encontraban en el interior de
habitáculos, uno construido en el sótano de viviendas colindantes
ajenas al inmueble, donde estaban encerradas tres personas con uno
de sus brazos en el interior de una antigua caldera de calefacción
que a su vez había sido rellenada con hormigón.
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