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El príncipe Carlos de Inglaterra y su novia, Camilla Parker Bowles, visitaron ayer la Exposición Floral de Sandringham, donde pasearon y saludaron juntos a los visitantes sin guardarse las distancias, en contraste con ediciones anteriores.

Carlos y Camilla recorrieron la feria de Sandringham, que se celebra cada año en la finca que la reina Isabel II posee en esa localidad del condado de Norfolk (este de Inglaterra).

Era la tercera vez que el heredero al trono y su compañera sentimental se acercaban a la exposición, cita puntual en el pasado de la reina madre, la abuela «favorita» de Carlos, que falleció el 30 de marzo de 2002.

En esta ocasión, el príncipe de Gales y su novia no pusieron el empeño de otros años en mantener una considerable distancia entre ellos, y recorrieron juntos los expositores.

Camilla, cada vez más aceptada entre los británicos tras ser rechazada durante años por su rivalidad con la fallecida princesa Diana de Gales, fue saludada como si fuera un integrante más de la familia real y charló con los asistentes de forma distendida.

No obstante, la novia de Carlos demostró su condición de «común mortal» al pagar con un billete de cinco libras (7,5 euros) varios boletos para una rifa, ya que, tradicionalmente, los principales miembros de la familia real no llevan dinero a actos públicos.