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MADRID. EFE. Decenas de voluntarios y heridos en los atentados del pasado 11 de marzo se buscan ahora en Internet para saber qué ha sido de las personas que sacaron del vagón o acompañaron al hospital o para agradecer el gesto de quien les socorrió en el primer instante. En la página web decenas de voluntarios y heridos en los atentados del pasado 11 de marzo se buscan ahora en Internet para saber qué ha sido de las personas que sacaron del vagón o acompañaron al hospital o para agradecer el gesto de quien les socorrió en el primer instante. En la página web, creada de forma desinteresada por dos amigos días después de los atentados, numerosas personas se describen a sí mismas y la ropa que llevaban ese día y narran lo poco que recuerdan sobre los rasgos de la persona que les atendió o a la que atendieron con la esperanza de ponerse en contacto. Predominan los voluntarios, geste que viajaba en los vagones, que pasaba cerca de las vías o que incluso bajó de su casa a la calle para echar una mano a los heridos y que ahora quieren saber cómo se encuentran las personas a las que socorrieron. Es el caso de José, que estaba en uno de los vagones del tren que explotó en la calle Téllez y que recuerda que asistió a un señor de unos 50 años que sangraba por el costado izquierdo y «tenía frío»; o de una mujer que no deja de «pensar en Susana», una joven delgada que sangraba por la boca y que había perdido las gafas y los zapatos. También ha escrito su historia Hipólito, que bajó de su casa, saltó las vallas para llegar a las vías y tapó con su abrigo a un hombre que había perdido los pantalones antes de acompañarlo a los cuarteles Daoiz y Velarde, donde se instaló un hospital de campaña, o un policía municipal que trasladó en el coche patrulla al Gregorio Marañón a una mujer herida internamente que llevaba «un bolso negro con un bordado de una flor negra en cuero». Tierno es el relato de Nieves, que cuenta como a través de su móvil pudieron hablar con su familia varios de los heridos, o de José María, que viajaba en el penúltimo vagón del tren que explotó en la calle Téllez y se acuerda de una mujer embarazada de media melena. Los heridos tampoco pueden olvidar esa primera mano que se les tendió. Alfredo, en nombre de su hermana María, describe minuciosamente al joven de ojos claros y chándal que le ayudó a salir del vagón cuando no se podía mover, y Carolina recuerda a la chica que la cogió «a caballito» y la sacó de las vías de la calle Téllez cuando estaba sentada sin, creada de forma desinteresada por dos amigos días después de los atentados, numerosas personas se describen a sí mismas y la ropa que llevaban ese día y narran lo poco que recuerdan sobre los rasgos de la persona que les atendió o a la que atendieron con la esperanza de ponerse en contacto. Predominan los voluntarios, geste que viajaba en los vagones, que pasaba cerca de las vías o que incluso bajó de su casa a la calle para echar una mano a los heridos y que ahora quieren saber cómo se encuentran las personas a las que socorrieron. Es el caso de José, que estaba en uno de los vagones del tren que explotó en la calle Téllez y que recuerda que asistió a un señor de unos 50 años que sangraba por el costado izquierdo y «tenía frío»; o de una mujer que no deja de «pensar en Susana», una joven delgada que sangraba por la boca y que había perdido las gafas y los zapatos. También ha escrito su historia Hipólito, que bajó de su casa, saltó las vallas para llegar a las vías y tapó con su abrigo a un hombre que había perdido los pantalones antes de acompañarlo a los cuarteles Daoiz y Velarde, donde se instaló un hospital de campaña, o un policía municipal que trasladó en el coche patrulla al Gregorio Marañón a una mujer herida internamente que llevaba «un bolso negro con un bordado de una flor negra en cuero».

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