A su llegada, el Papa descendió solo la escalinata, sin bastón.

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FRANCE PRESS-CRACOVIA El Papa Juan Pablo II llegó ayer por la tarde a Cracovia, la otra capital real de Polonia, en el octavo viaje, y quizás el último, que realiza al país donde nació. El Papa fue recibido en el aeropuerto por el jefe de Estado polaco Aleksander Kwasniewski y el cardenal Franciszek Macharski, arzobispo de Cracovia. Cerca de 15.000 fieles se congregaron en el aeropuerto para aclamar a «su» Papa al son de las orquestas de los habitante de las montañas de Tatras, una región de Polonia muy querida por Karol Wojtyla.

Visiblemente emocionado y sonriente, el Papa descendió solo la escalinata mientras que la multitud coreaba «¡Bienvenido a casa!», «¡Te amamos!», «¡Bienvenido a Cracovia!». Juan Pablo II descendió del avión a pie, sin bastón, y besó la tierra polaca que un niño le tendió en un cesto. Las banderas, blanca y amarilla del Vaticano y roja y blanca de Polonia, ondean en todas las esquinas de la ciudad, al igual que en Varsovia, donde los retratos del Papa se multiplican en las ventanas de las casas.

Colocado por el Papa bajo el signo de la Divina Misericordia, este octavo peregrinaje a Polonia será también la ocasión para Juan Pablo II de abordar los temas que preocupan a sus compatriotas: crisis de valores, desempleo, perspectivas de la integración a la Unión Europea. Juan Pablo II dijo que está «convencido de que Polonia se dirige con valentía hacia nuevos horizontes de desarrollo en paz y prosperidad». En un discurso pronunciado en Cracovia, donde estará cuatro días, el Papa hacía referencia de este modo, sin mencionarlo, al camino de Polonia hacia la Unión Europea, donde ingresará en 2004 a cambio de difíciles transformaciones. El Papa mencionó los sacrificios que costará la adhesión a muchos polacos. «Quiero decirles que comparto su carga y su suerte, que comparto sus alegrías y sus penas, los proyectos y compromisos para lograr un futuro mejor«, dijo Juan Pablo II.

«Lo que pasa en Polonia me interesa profundamente. Sé cuanto ha cambiado el país desde mi primera visita en 1979», un año después de acceder al papado. «Durante este nuevo peregrinaje, podré ver cómo los polacos usan su libertad recobrada», añadió. En este viaje a su tierra natal, Juan Pablo II beatificará a cuatro compatriotas, uno de ellos el arzobispo de Varsovia, Zygmunt Felinski, quien murió en 1895.