Soraya, el 17 de agosto de 1983, en Andratx, junto a Jaume Cladera.

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AGENCIAS - PARÍS La princesa Soraya, segunda esposa del sha de Persia Reza Palevi, falleció ayer en París, a los 69 años, por causas naturales, según fuentes policiales, que han iniciado una investigación para conocer las causas exactas. Su cuerpo, al que será practicada la autopsia, fue hallado en su domicilio por la mujer que se encargaba de las tareas domésticas. Casada con el «rey de los reyes», Mohamed Reza Palevi, cuando sólo contaba con 19 años y divorciada a los 25, la princesa Soraya Esfandiary Bajtiary permaneció en la memoria colectiva como la emperatriz de Irán. Nacida el 22 de junio de 1932 en Ispahan, de madre alemana y padre iraní, fue educada en un colegio inglés y prosiguió sus estudios en Suiza y Gran Bretaña.

El sha, recién divorciado de la hermana del rey Faruk de Egipto, quedó prendado, a través de una fotografía, de su belleza, sus ojos verdes y su alcurnia (su abuelo había sido jefe supremo de la tribu), y se casó con ella el 12 de febrero de 1951 en el palacio de Golestán, ante 2.000 invitados. Sus siete años de 'reinado' no fueron fáciles. Todavía era emperatriz cuando, en 1953, el primer ministro protagonizó un golpe de Estado que obligó a la pareja a exiliarse en Roma. Bella y elegante, dulce y reservada, Soraya era muy popular en los círculos iraníes. Pero nunca tuvo hijos y, siete años después de su boda, la pareja se divorció. Obtuvo de por vida el título de princesa imperial, un pasaporte diplomático y dinero suficiente para llevar una vida holgada.

Inició entonces una vida dorada de exiliada. Recorrió todo el mundo, acompañada por su madre, «para olvidar»: las Bermudas, Nueva York, la Costa Azul, Los Àngeles, Montecarlo, Madrid, Cannes, India, Munich... acaparando portadas. Su simple presencia bastaba para realzar una fiesta y era objeto de las atenciones amorosas de los hombres más acaudalados. Durante sus viajes, Soraya recaló en Eivissa y Mallorca. En el verano de 1983, la bella princesa se alojó en un chalet de la urbanización Sol de Mallorca y se dejó ver por algunos de los lugares más frecuentados por la jet, como el Club de Mar, donde recibió el saludo de Sara Montiel, quien le recordó que tiempo atrás había cantado para ella en Irán. También estuvo en Andratx, donde cenó acompañada, entre otros, del entonces presidente de Zontur, Jaume Cladera, quien la recuerda como «una mujer triste y tímida» («Se ha muerto de tristeza», afirmaba ayer) que se llevó un gran recuerdo de Mallorca y de la respetuosidad de su gente, siempre discreta a su paso.

Ella, que siempre había soñado con ser actriz, interpretó en 1965 su única película, «Los tres rostros de una mujer», que fracasó estrepitosamente, y publicó en 1991 un libro autobiográfico, «El palacio de las soledades». En el mundo del cine conoció al segundo hombre de su vida, el director Franco Indovina, con quien vivió nueve años, hasta su fallecimiento en un accidente aéreo en 1972. No obstante, la «princesa de ojos tristes», que siempre se refirió al sha como su marido "«ha sido el único con quien me he casado»", amó a Reza Palevi «desesperadamente, pero al final venció la razón de Estado».