La reelección de Annan se realizó por aclamación y en cumplimiento
de la recomendación efectuada el pasado miércoles por el Consejo de
Seguridad de la ONU. Los delegados se pusieron de pie y aplaudieron
la elección del diplomático de Ghana, de 63 años, que fue anunciada
formalmente por el presidente de la Asamblea, Harri Holkeri. Annan,
que fue reelegido seis meses antes de la expiración de su mandato,
en diciembre de 2001, subió inmediatamente después a la tribuna de
la ONU, para afirmar que se sentía «profundamente honrado» por esta
designación y para anunciar las prioridades de su nueva
presidencia, entre las que se encuentran el aumento de la confianza
de los países y de los individuos en la ONU y el problema del sida,
«una prioridad personal» para el ghanés.
«Juro ejercer con toda lealtad las funciones confiadas a mí como
secretario general de Naciones Unidas», declaró Annan, que asumió
el liderazgo de la organización el 1 de enero de 1997. «Ha sido
para mí un privilegio servir como secretario general en momentos de
grandes cambios y desafíos», afirmó Annan, añadiendo que espera que
podrá hacer frente, con la ayuda de los Estados miembros de la ONU,
a los nuevos desafíos que se le presentarán en este segundo
mandato. «Aún falta mucho por concluir la tarea» que empecé cuando
asumí la jefatura de la ONU», declaró Annan.
«Pero ahora estoy convencido de que podemos ganar las batallas»,
añadió el jefe de la ONU, refiriéndose en particular a la epidemia
del sida, que ha sido una de las cruzadas de Annan, quien dirigió
operaciones de paz de la ONU antes de ser elegido a la cabeza de la
organización internacional.
Durante su discurso, Kofi Annan se comprometió a reforzar la
confianza de los países y de los individuos en el seno de la ONU, y
a hacer del problema del sida «una prioridad personal»; en ese
sentido, instó a los Estados miembros a poner en práctica el plan
de lucha mundial adoptado contra la pandemia. Annan subrayó que su
primer mandato tuvo lugar «en una época de cambios radicales y de
grandes desafíos».
Por otra parte, el director del Programa de la ONU contra el
Sida (ONUSIDA), Peter Piot, en un entrevista publicada por el
diario alemán 'Frankfurter Rundschau' señaló ayer que la
prohibición del preservativo por parte de la Iglesia es «una falta
grave que cuesta vidas humanas», afirmó «cuando los obispos
predican contra la utilización de medios de contracepción, comenten
una falta grave que cuesta vidas humanas», lamentó.
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