TW
0

El ciudadano español Joaquín José Martínez contó ayer en el Parlamento Europeo la experiencia vivida durante tres años en el «corredor de la muerte», en EE UU, y reclamó a Europa que haga presión sobre los 87 países en los que aún sigue vigente la pena capital. Invitado por la eurodiputada socialista Rosa Díez, Joaquín José viajó a Bruselas acompañado por sus padres, Joaquín y Sara. «No quiero olvidar lo que viví en el corredor de la muerte porque olvidarlo sería olvidar a mis compañeros, que todavía siguen padeciendo», dijo emocionado Joaquín José a los eurodiputados. Durante su intervención prometió «hacer todo lo posible, luchar día y noche para acabar con la pena de muerte. Nunca descansaré».

Martínez, de 29 años y nacido en Guayaquil (Ecuador), fue condenado a muerte el 27 de mayo de 1997 por un juez de un tribunal de Tampa (EE UU) por el asesinato, dos años antes en esa misma ciudad de Florida, del traficante de drogas Douglas Lawson y la novia de éste, la bailarina Sherrie McCoy. El Tribunal Supremo de Florida decidió posteriormente anular la condena a muerte por las irregularidades cometidas en el juicio y por la deficiente defensa que tuvo el preso, y ordenó un nuevo proceso, del que Martínez salió absuelto.

Martínez fue condenado principalmente por un vídeo que le grabó en secreto su ex esposa, a petición de la policía, y en el que, según una transcripción posterior, se inculpa a sí mismo al confesarse que ha hecho algo «horrible» y que iría al «infierno». Ayer recalcó en el Parlamento Europeo que le parece «absurdo» que ningún presidente europeo le planteara abiertamente al presidente de Estados Unidos, George W. Bush, en su reciente visita a Europa la abolición de la pena de muerte. «La pena de muerte es en algunos estados de Estados Unidos un negocio», aseguró el ex reo.

El joven español consiguió la libertad debido en parte al gran esfuerzo realizado por sus padres, que ayer reiteraron que la libertad de su hijo les ha costado «más de cien millones de pesetas (más de medio millón de dólares) en juicios». Su padre, Joaquín, recordó que cuando hace cinco años le dieron un minuto para despedirse de su hijo, le prometió que lo sacaría de la cárcel, «y así he hecho», declaró satisfecho. «Es triste que se haga justicia después de haber gastado cien millones de pesetas y de haber destrozado a una familia, cuando se puede hacer desde el primer momento», añadió. Su madre, quien confesó sentirse «muy emocionada», aseguró que «no quisiera ver a otros padres pasar por situaciones similares» y comentó que «todavía hay muchos inocentes que están sentenciados a muerte».