Joaquín J. Martínez saldrá del corredor de la muerte, pero sigue acusado de asesinato.

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A.G. MARRDER Al abrir el nuevo juicio a Joaquín José Martínez, el juez J. Rogers Padgett confirmó ayer que el fiscal Chris Watson no pedirá la pena de muerte, pero que el español sigue acusado del asesinato en primer grado de una pareja en 1995. Antes de que comenzara el juicio, el abogado defensor Peter Raben se acercó al padre del preso, Joaquín Martínez, para darle al oído la buena noticia. La madre, Sara Pérez, apretando con sus manos una imagen del Cristo de Medinaceli, dio un suspiro de alivio y «un gracias a Dios». La noticia, cuando todavía no había sido confirmada, corrió como un reguero de pólvora entre los numerosos periodistas españoles presentes, que salieron en bandadas de la sala para llamar a sus redacciones en España.

La inesperada y sorprendente retirada de la petición de pena de muerte es una posible indicación de que la fiscalía no tiene pruebas fehacientes que vinculen directamente a Martínez con el asesinato del traficante de drogas Douglas Lawson y la novia de éste, la bailarina de «striptease» Sherry McCoy-Ward. Los familiares de las víctimas estaban sentados en la primera fila de la sala, mientras que los padres del preso en la segunda. La jornada de ayer estará dedicada totalmente a la selección de los doce miembros del jurado entre las cuarenta personas convocadas. Watson y el abogado defensor, David Parry, pasaron toda la mañana haciendo preguntas a los posibles jurados para poder descartar a los incompatibles.

Descartada la pena de muerte, el fiscal Watson se supone que pedirá la cadena perpetua para Martínez, pero su caso parece ir resquebrajándose día a día o minuto a minuto. Martínez, de 29 años, apareció en el tribunal con un traje oscuro, hecho a medida en España, con la talla llevada por su padre en su último viaje a ese país para recaudar fondos para pagar la defensa de su hijo. Sobre la retirada de la condena a muerte a su hijo, Joaquín Martínez dijo que es un indicio más de que la fiscalía sigue cediendo. «No faltarán las ofertas por parte de la fiscalía, pero mi hijo no quiere un acuerdo donde salga libre y todavía culpable», agregó el padre.