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El consejero de Agricultura de Castilla y León, José Valín, informó ayer de la posibilidad de que dos reses muertas en la provincia de León sufrieran de encefalopatía espongiforme bovina (EEB), a la vez que garantizó que los animales fueron incinerados, por lo que su carne no entró en el circuito de consumo. José Valín aseguró que la Junta está dispuesta a ofrecer «transparencia informativa» en esta materia, aunque prefirió no aportar detalles sobre las granjas afectadas, que fueron aisladas, para no generar una «alarma infundada», porque los resultados definitivos de los análisis «podrían ser negativos». Valín reiteró que las explotaciones afectadas fueron aisladas y sus reses quedaron fuera de los circuitos de consumo, y precisó que eran animales nacionales, aunque uno de ellos procede de una genética «importada».

Las medidas europeas para controlar la enfermedad permiten asegurar que «la carne de vacuno de España y de toda la Unión Europea es tan segura o más que cualquier otra». «Ni un sólo animal enfermo irá al consumo» porque esas medidas «eliminan todas las posibilidades científicas de riesgo». El consejero señaló que en estos casos se actuó al igual que en otros doscientos en los que se efectuaron los test rápidos en los últimos días en Castilla y León, mientras que las dos reses fueron destruidas en la planta de la empresa Revisa en la provincia leonesa.

La Junta había detectado hasta el momento otros tres casos sospechosos en esta Comunidad, que finalmente resultaron negativos, y trabaja en León en la ampliación del Laboratorio Pecuario Regional para incrementar los análisis hacia finales de mes. Por su parte, las tres organizaciones agrarias regionales temen que se confirmen estos dos casos pero los consideran aislados y sin riesgo para el consumo de carne de vacuno de la región, que posee la mayor cabaña en España de este ganado.