La pequeña, junto a sus padres, los duques de Lugo, y sus padrinos.

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La ceremonia religiosa del bautizo de la primera nieta de los Reyes fue oficiada por el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco, junto con el arzobispo castrense, José Manuel Estepa, y el capellán del Palacio de la Zarzuela, Federico Suárez.

El acristianamiento de la pequeña, nacida el pasado nueve de septiembre en Madrid, se realizó en el Palacio de la Zarzuela, con asistencia de los Reyes, el resto de la Familia Real, y los miembros más allegados de la familia Marichalar, encabezados por la condesa viuda de Ripalda.

Como ocurrió en los bautismos de Felipe y Juan, los dos primeros nietos de los Reyes, la ceremonia se ha llevado a cabo en la intimidad familiar. Como excepción a esta norma, asistieron a la celebración del Sacramento el presidente del Gobierno, José María Aznar, y su esposa, Ana Botella, así como los integrantes del equipo médico encabezado por el doctor Emilio Esteban Carracedo, que asistieron a la Infanta en su alumbramiento.

Los padrinos de la pequeña Victoria han sido sus tíos Ana de Marichalar y el príncipe de Asturias, que efectuó la lectura litúrgica de la Carta del Apóstol San Pablo a los Romanos, un texto que también se empleó en los bautizos de los primogénitos de la infanta Elena y de la infanta Cristina.

La infanta Elena y Jaime de Marichalar eligieron para su hija el nombre de Victoria en recuerdo de la reina Victoria Eugenia, el de Federica, en homenaje a la reina Federica de Grecia, madre de Doña Sofía, y el de Todos los Santos responde a una costumbre de la familia real española.