La OMS recomienda dejar de fumar para evitar el elevado número de muertes.

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EFE - GINEBRA El aumento de un diez por ciento en el precio del tabaco incitaría a unos 42 millones de personas a dejar de fumar y podría evitar diez millones de muertes, según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y del Banco Mundial (BM) publicado ayer, martes. El estudio «Control de Tabaco en países en desarrollo», indica que nueve millones de muertes se evitarían en los países en desarrollo, donde en la actualidad viven ocho de cada diez fumadores.

Un grupo de 40 expertos trabajó durante tres años en la elaboración de este informe, que considera que el aumento de impuestos sobre el tabaco constituye un medio eficaz para reducir su consumo, principalmente entre los pobres, los jóvenes y la población menos instruida, los principales consumidores. Según los datos de la OMS, cuatro millones de personas mueren cada año por el tabaco, cifra que alcanzará los 10 millones en el 2030, el 70 por ciento en los países en desarrollo. El aumento de los impuestos en el precio del tabaco también haría crecer los ingresos públicos en un siete por ciento y no provocaría una reducción neta del número de empleos, según el informe.

Sin embargo, uno de los autores del estudio, Prabaht Jha, estima que en algunos países exportadores de tabaco del Africa subsahariana se registraría un debilitamiento del empleo a largo plazo, por lo que necesitarían ayuda durante un periodo de ajuste. Además del aumento de los impuestos se deberían adoptar otras medidas como la prohibición total de la publicidad del tabaco, una mayor información a los consumidores sobre los riesgos para la salud, así como la prohibición de fumar en lugares públicos y de trabajo. Otro de los puntos analizados es el coste de los cuidados sanitarios, más altos para los fumadores aunque tienen una esperanza de vida menor. En los países de ingresos elevados el tratamiento de enfermos debido al tabaco supone entre el seis y el quince por ciento de los gastos sanitarios totales y en los más pobres puede alcanzar el uno por ciento del Producto Interior Bruto (PIB).