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El Papa dio comienzo ayer al 2000 con una intensa actividad, que va a ser la tónica de todo el Año Santo, al abrir la Puerta Santa de la Basílica de Santa María La Mayor, antes del rezo del Angelus y de impartir su bendición a los participantes en el «Maratón del Milenio». Sólo unas horas después de haber enviado al mundo la bendición «Urbi et Orbe», adelantada a la medianoche para acoplarse a la llegada del nuevo siglo, Juan Pablo II acudió a Santa María La Mayor para abrir la tercera Puerta Santa de las basílicas romanas, tras las de San Pedro y San Juan de Letrán.

«Recemos para que el año que empieza sea el alba de un milenio de paz», dijo el Papa, acogido por una decena de cardenales, entre los que estaba la alta diplomacia vaticana. Karol Wojtyla empujó con vigor la Puerta del más antiguo santuario romano erigido en memoria de la Virgen. «Abrimos la puerta que indica a todas las criaturas que la verdadera puerta es Cristo, a través de la cual ella fue la primera en pasar», dijo. El Papa también honró a María "«en sus manos está el futuro de la Iglesia y de todo el Universo» dijo, durante la misa posterior que sirvió para celebrar la Jornada Mundial de la Paz", con la lectura de textos sagrados en español, árabe, polaco, inglés, francés y alemán, entre otros.

«El deseo de la Iglesia en el primer día del nuevo año es que el Señor conceda la paz a la Humanidad» ahora que «estamos desde hace pocas horas en el año 2000 y comenzamos a escribir otra página de la historia», dijo el Papa. Nada más terminar la misa en Santa María, el Papa regresó rápidamente a San Pedro, donde miles de fieles abarrotaban la plaza en espera de poder escuchar el Angelus.