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La «obligación» de ser felices en Navidad dispara los casos de personalidad depresiva al acentuar los sentimientos de tristeza, soledad y de pérdida de las felicidad de la infancia, según el psicólogo Benito Pardo. Estas fechas, además, traen aparejada una «permisividad social», ausente el resto del año, que provoca estados de «alta tensión emocional» que potencian conductas «desajustadas».

Pardo diferenció entre estas personalidades depresivas y las depresiones propiamente dichas. «Si no somos felices, tenemos la sensación de ser diferentes porque todo el mundo es o parece ser feliz, y eso nos hace mucho más infelices».

Esta misma visión exagerada aparece en el sentimiento de soledad, ya que la persona solitaria no se da cuenta de que lo es hasta que no hay un «estímulo externo», que se produce en Navidad. Para estas personas, su soledad deriva en desamor y compensan esa carencia con el alcohol o el derroche en las compras.