En la única edificación llegó a vivir una persona sin techo. | Lluc Garcia

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Nada ha cambiado en Muleta II desde que la pasada semana el Tribunal Supremo dictaminó la indemnización más elevada jamás impuesta en Baleares por una desclasificación urbanística: cerca de 100 millones de euros. La zona sigue abierta y el vial asfaltado que la atraviesa facilita el acceso a pie o en vehículo, puesto que la propiedad nunca llegó a vallar la parcela de forma efectiva ni puso demasiado empeño en prohibir el paso.

Deportistas, paseantes y parejas frecuentan la zona gracias a la facilidad de acceso desde el Port y del camino del faro de Muleta. Este fácil acceso y el hecho de que los propietarios nunca hayan gestionado la parte rural de la finca porque su objetivo era solo su construcción, también hace que esta zona se enfrente a una progresiva degradación. En lo que tenía que ser el transformador eléctrico para 80 chalets de lujo, una pequeña construcción semiderruída y vandalizada que incluso llegó a ser ocupada por personas sin techo, funciona desde hace años un vertedero ilegal de escombros. Pero la vegetación natural, típica de una garriga costera, se encuentra en buen estado de conservación.

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El número dos que se coloca tras el nombre de Muleta hace referencia a que esta tenía que ser la segunda fase de la urbanización programada en toda esta vertiente del monte que le da nombre, una fase que ahora ya es seguro que jamás se va a desarrollar, ya que es suelo rústico protegido.

Paradójicamente, el pavimento del vial que la atraviesa está en perfecto estado mientras que, pocos metros más abajo, la urbanización hermana (Muleta I) en la que hay un elevado número de viviendas unifamiliares, sigue sin servicios, sin recepcionar por el Ajuntament y con las calles completamente destrozadas.

El apunte

Se ha evitado aumentar la ‘balearización’ del Port

La protección de esta zona respondió en su momento a la demanda social de parar la progresiva ‘balearización’ del Port. Este deseo conservacionista fue atendido por el Govern del Pacte y por el propio Ajuntament, incluso bajo el mandato del PP, ya que nunca dio facilidades a los promotores.