Sebastià Mut es uno de los integrantes del grupo Roada. | Joan Socies

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En algunos pueblos del Pla de Mallorca se recuerda la música de aquellos antiguos xeremiers de Pina que amenizaban las fiestas tradicionales. Ahora, Sebastià Mut Oliver (Pina, 1986), nieto de uno de aquellos xeremiers, es uno de los integrantes del grupo de música popular Roada. Mut es desde hace unos 12 años maestro de música. Lo es después de formarse en la Escola de Música d’Algaida y estudiar Magisterio. Mut recuerda con cariño y nostalgia aquellas primeras aproximaciones musicales junto a la xeremies de su abuelo. Ahora, aquel legado se ha transformado en la música folk que sale de su acordeón y que con Roada sacude el ball de bot en las plazas y pueblos de Mallorca. Justo ahora han recibido un premio Enderrock y han presentado su disco, Saó. Se trata de un trabajo «lleno de creaciones propias que no pierden de vista lo que nos une como pueblo, que intentamos explicar el mundo como lo ven nuestros ojos.

¿Cómo surgió Roada?
—Surgió a raíz de tres de los músicos del grupo. Antes tocábamos con el grupo llucmajorer Torrat i Bullit. Éramos Santi Comas, Guiem Mascaró y yo. Después el proyecto de Roada lo empezamos en el año 2015 con la música tradicional y folk, de plaza en plaza, en las ballades. En un primer momento fuimos cinco integrantes y ahora ya somos siete músicos sobre el escenario.

¿Y han tenido buena acogida?
—Sí. La música ha gustado lo hemos notado en las plazas. En nuestras actuaciones de cada vez tenemos más balladors. Con este impulso de la gente fue determinante para lanzarnos a sacar nuestro primer disco, con música nuestra, con nuestras propias canciones. Y ahora con la publicación de Saó ya vamos por el segundo.

Sus letras hablan de la masificación turística, de la violencia machista, de identidad... ¿La música tradicional habla de temas actuales?
—Creo que ha surgido más como una necesidad personal. Hablamos de temas próximos, más actuales. La sociedad actual no puede hacer canciones sobre collir figues, ninguno de nosotros va a realizar estas tareas, no tiene sentido que hablemos de ello. En el primer disco los temas, tal vez, eran más melancólicos, sobre Randa, los hijos, Pina... y ahora un poco más críticos, sobre la saturación, el turismo de borrachera o contra la violencia machista.

Y ahora ha llegado el reconocimiento del público en forma de premio. ¿Qué ha significado para ustedes el premio Enderrock a mejor disco folk por votación popular?
—Es verdad que es un premio para el que consigue atraer más gente a la votación popular, pero un galardón de estas características siempre te da visibilidad. Eso sí, sin nunca desmerecer el trabajo realizado por los otros finalistas. Estamos contentos que la gente nos haya votado y esto seguro que nos abre las puertas a futuros conciertos o proyectos. Ahora tenemos propuestas para salir de la Isla, Barcelona, Manresa...

Otras de las finalistas, Joana Gomila y Laia Vallès también optan por cantar a la actualidad. Un ejemplo podría ser su ‘Jota dels Hereus’. También tenemos a las Tanxugueiras o a Rodrigo Cuevas. ¿Cambia la música tradicional?
—Sí. Pero seguimos haciendo jotas, fandangos y boleros para bailar en las plazas pero con letras actuales. La presencia de estos grupos o incluso de Rosalía demuestra que no todo se reduce al reguetón o al trap.

Por tanto, la música tradicional se adapta a los nuevos tiempos...
—Sin duda. Es una música que nos sentimos como nuestra y la llevamos a nuestro terreno y vemos que en las plazas les gusta. Lo importante es saber de donde venimos. El ball de bot esta vivo, tanto en la música como en el baile. Incluso los balladors nos reclaman las canciones con letras más diferentes. Si el baile es vivo, la música también debe serlo y hacer pensar al que la escucha, ir más allá.

¿Sería lo mismo la música tradicional en la Isla sin grupos como Música Nostra o Al-Mayurqa?
—Ellos son un referente. Yo no he sido bailador de ball de bot y desconozco si se habría llegado hasta aquí sin su trayectoria e implicación. Pero sin duda su camino de creación, como digo, es todo un referente. Nosotros lo hacemos como nos gusta y vamos mejorando sobre lo que hacemos y aprendiendo de los otros.

¿Cuáles son los retos de futuro de Roada?
—Ahora, lo primero es digerir este disco y el premio. El disco sin duda es un hijo del confinamiento. Al escucharlo se nota, es más reposado. Lo sacamos el mes de marzo y hace un mes lo presentamos en Petra. La gente lo conocía ya que en algunas ballades hemos tocado algunas canciones para conocer la reacción de la gente. Después ya iremos a por el tercero.

¿Y las intenciones son las de seguir en la misma línea o se han planteado sacar letras de viejos cancioneros?
—Creo que vamos a seguir en la misma línea. Nosotros hacemos las letras y les damos la rítmica y tal vez apostemos por innovar un poco más. Creo que Saó es un reflejo de la situación del grupo. Un punto de madurez.