Bernat Forteza, muestra el último cuento de la colección publicado. | R.P.F.

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Tras su jubilación como maestro, Bernat Forteza (Inca, 1948) fue a vivir a Búger donde comenzó a realizar colaboraciones como voluntario en la escuela local. Ha escrito varios cuentos infantiles con los que trata de acabar con mitos y prejuicios y dar a conocer las tradiciones más arraigadas. ¿Quién no ha oído alguna vez la expresión sembles de Búger?

¿Cuál es su relación con Búger y por qué da el paso de escribir estos cuentos infantiles?
— Yo soy de Inca y trabajé muchos años como maestro de escuela en Binissalem y siempre colaboré con entidades como la delegación de la Obra Cultural Balear en Inca. Mi mujer es de Búger y veníamos a veces, lo conocía pero no estaba arraigado. Tras mi jubilación decidimos venir a vivir aquí y ha sido un pueblo muy acogedor. Los bugerrons son gente sencilla que aún mantiene tradiciones que en otros lugares no se conservan como salir a la fresca. Todo el mundo se conoce, pierdes totalmente el anonimato y sales a fer sa xarradeta. Estoy completamente integrado.

¿Cómo surge el proyecto de los cuentos?
— Desde mi llegada me impliqué mucho en actividades culturales y observé que desde los años 70 es un pueblo que ha hecho muchas publicaciones, Revistas, boletines, libros... En 2021 se hicieron las primeras jornadas de estudios locales. Sin embargo me di cuenta de que para los niños se organizan muchas actividades pero hay poco material publicado. Durante un año hice de mentor en la escuela ayudando durante la pandemia a los niños que necesitaban hacer repaso. Yo ya había hecho un cuento en Binissalem que gustó mucho, Els vermadors de Robines y hablé con el alcalde de Búger, Pere Torrens, y le propuse empezar una colección. Estamos acostumbrados a utilizar y oír la expresión Sembles de Búger con un tono despectivo y no es así. Quería explicárselo a los niños.

Supongo que ese es el origen de ‘En Pere de Búger’, el primer título de la colección.
— Sí, de momento es una trilogía. En Pere de Buger lo ilustraron los niños de la escuela y los otros dos (En Pere Picaroler y En Pere Cullerer) los ha ilustrado Ursula Perelló Mir. Con los dos últimos volúmenes intentamos dar a conocer a los niños los antiguos oficios que se han perdido por falta de uso, porque ahora todo se hace a máquina. Hubo un tiempo en que las cucharas de madera de Buger (de naranjo o de boj) eran muy apreciadas en toda Mallorca. La finalidad es que los niños conozcan su pueblo a través de los oficios y costumbres de sus antepasados. Un cuento es algo fantástico, pero también pedagógico y ayuda a conocer la historia. Incorporamos un vocabulario de las herramientas tradicionales en las últimas páginas.

¿Qué proceso de documentación sigue antes de escribir la historia?
— Fuentes documentales y el boca a boca de lo que todo el mundo conoce. Ahora en Búger solo se conservan algunas herramientas de esos oficios desaparecidos que heredaron de sus familiares. Pasa lo mismo con los cencerros de los que Mallorca decía que tenían un sonido especial. La historia se tiene que empezar conociendo lo que tienes cerca y quedan muchos niños y niñas que no la conocen, viven otra época.

¿Tiene algún nuevo cuento en la cabeza?
— Sí, en Búger hay una familia conocida por hacer campanes y floreres, la última dedicada al oficio. El cuento estará dedicado a María Saletas Femenia s’escolana. Si tengo tiempo también me gustaría hacer otra colección para dar a conocer Racons i detalls de Búger. Cosas como los escopidors o los fumerals... Me interesan mucho las tradiciones, aunque a veces no se sabe muy bien de donde vienen.

Como el ‘Sembles de Búger’...
— Sí. Hay diferentes teorías. Una versión cuenta que hubo un sacerdote de aquí que se fue a estudiar a Roma y luego sirvió a un alto jefe de la iglesia, que le nombro secretario. Dicen que era un secretario tan eficiente que el alto cargo estaba muy contento. El sacerdote estudió mucho. Era un hombre muy ilustrado y eficiente pero, no se sabe por qué se tuvo que marchar, al alto cargo le supo mal y su sustituto lo hacía muy mal y cuando lo hacía bien le decían Sembles de Búger.

No es precisamente el uso que ha quedado a lo largo de la historia.
— No, se usa justo al revés, de forma despectiva. El cuento recoge otra tradición. Que había un rey moro en Alcúdia que tenía muchos consejeros y todo se lo hacían al revés y hubo un edicto para que quien quisiera ser consejero fuera a palacio y Pere de Búger se fue a trabajar allí y también tuvo que marcharse y cuando se hacían las cosas bien el rey moro decía sembles de Búger.