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La violenta y sospechosa muerte de Bianquino, un conocido gato de Bunyola, ha conmocionado el pueblo. El felino murió el 2 de febrero tiroteado. La protectora de gatos de Bunyola sospecha que alguien le disparó y advierte de una oleada de casos de violencia contra los animales en el municipio.

Bianquino era el gato de Marta, una vecina del pueblo. Salía cada mañana a pasear por los alrededores de la casa y volvía a primera hora de la tarde. Sin embargo, el domingo, 30 de enero, al volver de su habitual paseo, la familia notó un comportamiento extraño en el gato. No quiso comer y cuando empezó a vomitar, saltaron las alarmas. Llamaron a la protectora de gatos de la localidad, desde donde les recomendaron acudir de urgencias a algún veterinario en Palma. Tras la visita, volvieron con el gato, una receta de antibiótico y un diagnóstico de gastroenteritis.

Pero la cosa no quedó ahí. Al día siguiente, Bianquino siguió vomitando y estando apático, por lo que volvieron al veterinario. Esta vez, le realizaron una exploración más profunda y la sorpresa vino con la ecografía. Esta mostró un balín en el interior de los intestinos del gato. La bala le había destrozado el órgano y las heces se le estaban propagando por todo el cuerpo.

Ecografía que reveló el balín en el interior del gato.

Le operaron de urgencias y le extirparon el balín, así como parte de los intestinos, totalmente dañados. La operación parecía haber ido bien y el gato mostró una ligera mejoría, pero, al día siguiente, tuvo una nueva recaída. Le volvieron a operar, pero el gato nunca mejoró: entró en estado crítico y a las nueve de la mañana siguiente, el 2 de febrero, Bianquino falleció.

¿Quién disparó a Bianquino?

La propietaria del felino interpuso una denuncia ante la Policía Local de Bunyola, al ser evidente que alguien había disparado al gato con algún tipo de arma. La protectora, por su parte, también decidió investigar paralelamente. «Estuvimos recorriendo los alrededores de la casa, por donde paseaba el gato y encontramos una parcela de terreno donde había montada una zona de tiros, con ocho latas de refresco disparadas», expone Inés Bennasar, miembro de la junta directiva de Moixons i Moixonies. «Los vecinos nos confirmaron que los fines de semana se suelen reunir un grupo de personas y que aquel domingo, efectivamente, oyeron disparos al mediodía».

Latas tiroteadas

La protectora, además, contactó con expertos en seguridad privada, que confirmaron, vistas las imágenes aportadas, que el disparo debió de efectuarse desde una distancia muy corta, debido al gran daño causado en el animal. Bennasar teme, por todo ello, que quien disparase a Bianquino y le provocara la muerte, lo hiciera a propósito. La investigación continua abierta y ha pasado a manos de la Guardia Civil.

Balín extirpado de los intestinos de Bianquino

Concentración ante la oleada de casos de maltrato animal

Para visibilizar lo ocurrido y en repulsa a los numerosos casos de maltrato animal que se vienen dando en el municipio, la protectora Moixons i Moixonies ha convocado este domingo, 20 de febrero, a las 11.00 horas una concentración en la plaza del Ayuntamiento. «Queremos que se sepa lo que está pasando en Bunyola con los gatos, que se condene y que no vuelva a suceder».

«También exigimos que se prohíba el uso de este tipo de armas [escopetas de balines] en lugares habitados y transcurridos. Ha ocurrido en una calle muy céntrica del pueblo y, del mismo modo que ha matado a un animal, podría haber alcanzado a un niño o a una persona mayor», recalca Bennasar. «Son armas que no requieren ningún tipo de permiso y que puede tener cualquiera».

Los «Antigatos»

La protectora felina advierte de que en los últimos años se está dando una oleada de agresiones a gatos. Sospechan de un grupo de vecinos del pueblo, que se autodenominan en un grupo de Whatsapp «Los Antigatos». «Sospechamos de unas cuantas personas, pero al no tener pruebas no podemos denunciarlos», lamenta la presidenta de la asociación.

Advierte del aumento de gatos con golpes sospechosos y desapariciones cuestionables. Violencia que no solo reciben los animales: la protectora también ha sufrido en los últimos meses actos vandálicos: «Nos roban y rompen los comederos para gatos, nos contaminan el agua y la comida de los animales con productos químicos…Nos increpan, nos gritan e incluso nos insultan. Nos sentimos acosadas por una parte de los vecinos de Bunyola que están en contra de nuestra labor».

La tesorera de la protectora recuerda uno de los episodios más lamentables de los últimos tiempos. Hace tres años, un vecino arrojó un cubo de salfumán a un gato callejero, porque le molestaba que pasase frente a su casa. Una de nuestras voluntarias lo cogió y lo pudo salvar, pero se quemó todo el brazo. «No puede ser que, en peno siglo XXI, haya gente que se cebe de esta manera con los animales», lamenta Bennasar.