Biel Amer, ante uno de los ventanales del Teatre Principal ya reformado. | R.P.F.

TW
0

El periodista, crítico de arte y gestor cultural inquer Biel Amer es el director del Teatre Principal d’Inca, que abrió sus puertas en noviembre y que el próximo jueves celebrará su gala inaugural.

¿Cómo ha sido este primer mes desde la apertura del teatro?
— Nos ha servido a todos para llevarnos una primera impresión general de cómo debe funcionar esta infraestructura. Ya hemos tenido la ocasión de programar teatro, música clásica y contemporánea, comedia y cine, por lo que el abanico es grande para hacernos una idea. También tengo que decir que todo esto es útil para comprobar los aciertos y los errores que, como no podría ser de otra forma, nos servirá para afrontar el futuro.

¿Ya han hecho una valoración?
— En el aspecto económico aún no, pero sí que hemos sacado alguna conclusión en cuanto al funcionamiento. Lo que hemos aprendido de estos primeros días es que no debemos precipitarnos a la hora de programar actividades y es mejor hacer las cosas con más calma.

Los inquers recuerdan el cine que habían visto en la anterior etapa del teatro. Ahora que las películas han vuelto a Inca, ¿cree que es un peligro o una oportunidad para atraer público al teatro?
— No tengo dudas de que el cine tiene que desempeñar un papel importante porque no hay otro establecimiento en la ciudad que lo ofrezca. Ahora bien, no puede tapar la programación de otras actividades. En este primer mes que hemos tenido mucho éxito en cuanto a ocupación en las proyecciones de cine. Me atrevería a decir que nos encontramos ante una oportunidad de dar a conocer mejor nuestro teatro, pero también tenemos que evitar que se convierta en un peligro.

¿Falta entonces un proceso de reeducación cultural en Inca?
— El hecho de haber tenido el teatro cerrado durante veinte años no ha ayudado en nada y en mi desempeño del cargo me gustaría consolidar un modelo de gestión con una oferta cultural de calidad, aunque a veces sea más minoritaria, sin olvidar tampoco la parte de ocio.

La situación es muy distinta a la que existe, por ejemplo, en Manacor, con una base teatral y un público muy consolidado...
— Sí, pero también hay que resaltar que la respuesta hasta el momento a propuestas como el teatro o la música clásica ha sido muy buena en el Teatre Principal d’Inca. Y si se observa la programación para las próximas semanas, creo que el nivel es muy elevado, con la presencia de Maria del Mar Bonet, Carmelo Gómez o una noche de ballet con El Lago de los Cisnes, a cargo del Ballet de Moscú.

¿Han contactado con teatros de la comarca para trabajar de forma conjunta?
— No quiero sonar pretencioso, pero el Teatre Principal d’Inca no es un teatro de pueblo. Con eso quiero decir que no tienen cabida algunas propuestas que son perfectamente comprensibles y loables en otros contextos, como los fines de curso de los colegios o el teatro amateur. Seremos capaces de ofrecer una programación de calidad que atraiga a toda la comarca del Raiguer y al resto de Mallorca.

¿Y con el Teatre Principal de Palma?
— Estamos en contacto, sobre todo para lograr que un mismo espectáculo se pueda representar en ambos espacios, pero cada institución hace su camino.

Uno de los aspectos más desconocidos de las instalaciones del Teatre Principal d’Inca es la posibilidad de hacer residencias de compañías, actores y cantantes.
— Sí, ya hemos tenido dos y nos han servido para preparar las siguientes. Ahora, el Teatre Principal de Palma sacará una convocatoria de ayudas para las residencias del año que viene y queremos optar a acoger alguna. Es una buena oportunidad para que las compañías y artistas locales conozcan lo que puede ofrecer nuestro teatro y también nos sirve de promoción.

El teatro estrenó el escenario el Dimecres Bo con una actuación de José Corbacho. Unos días antes hubo polémica por estrenar con una representación que iba a ser en castellano, ¿qué tiene que decir al respecto?
— En primer lugar que el espectáculo fue en catalán, una lengua que José Corbacho usa cuando el público es catalanoparlante. Para mí se produjo una polémica previa que fue ridícula y absurda. Además, me sorprendió que surgiera desde ciertas personas.

Le he preguntado cómo ha sido el primer mes del teatro, pero, ¿y el suyo como director?
— Ha sido agotador porque las decisiones se tomaban día a día, ya que dependíamos de los permisos eléctricos para abrir. Cuando se determinó que en el Dimecres Bo se estrenaría, ya había mucha tarea previa.