Imagen de las tres religiosas.

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Han transcurrido casi 160 años desde que la comunidad religiosa de las Hermanas de la Caritat se instalaron en Sóller, donde han atendido durante varias generaciones las necesidades de personas mayores o enfermos y se han ocupado de la docencia fundando el colegio Sant Vicenç de Paül.

Pero después de una salida progresiva, que en 2003 tuvo un punto de inflexión cuando las religiosas dejaron de gestionar el Hospicio, ahora abandonarán definitivamente Sóller.

Actualmente solo quedan tres monjas en la residencia que las Hermanas tienen en la calle Romaguera, último reducto de la congregación. Pero a principios de octubre estas tres religiosas ya mayores –Sor Catalina Llabrés, Sor Catalina Nicolau y Sor Catalina Sansó– abandonarán el municipio y se cerrará definitivamente la larga vinculación de esta comunidad con el Valle.

Durante los últimos años, esta pequeña comunidad ha colaborado con la parroquia y sus servicios religiosos. Sor Catalina Llabrés, la más joven y superiora, que ya lleva casi dos décadas en el municipio, comentaba este sábado que ella misma y la hermana Catalina Nicolau se trasladarán al convento de Felanitx, mientras que Sor Catalina Sansó pasará a residir en el convento del barrio palmesano de la Soletat.

Las religiosas de la Caritat se establecieron en Sóller en 1862 y gestionaron el hospicio municipal hasta el año 2003, cuando el ayuntamiento decidió impulsar la construcción de un geriátrico y desvió hacia el nuevo centro a los residentes. En agradecimiento al continuo servicio prestado, el consistorio proclamó a las Hermanas como Hijas Adoptivas de Sóller.

En 2012 la comunidad celebró los 150 años de presencia. El rector de Sant Bartomeu, Eugeni Rodríguez, ha informado que la comunidad cristiana de Sóller celebrará esta partida con una ceremonia religiosa para despedirlas «como es debido».

Durante su dilatada presencia en el valle también se establecieron en Fornalutx, Biniaraix, l’Horta y el Port fundando colegios y una guardería infantil en estos núcleos de población. En 2016, el historiador local Josep A. Morell publicó en un extenso libro la historia de la Comunidad en el Valle, dejando un testimonio documental de su presencia y labor altruista.