Anillamiento de un buitre leonado en el Puig Roig (Escorca). | Redacción

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Cuenta Fidel José Fernández (presidente del Fondo para el refugio de las Hoces de Riaza) en su relato Prisioneros del nido la historia en primera persona de un buitre leonado nacido en las Hoces, atrapado en el nido durante meses hasta que aprende a volar.

A diferencia de otras rapaces, que migran de Europa hacia África sobrevolando el mar, el buitre leonado no es capaz de cruzar grandes distancias sobre el agua y aún así en el año 2008 un fuerte viento de Poniente quiso que un nutrido número de jóvenes de esta especie llegara a Mallorca donde crecieron y comenzaron a criar. Hoy hay doce parejas.

Puig Roig

El buitre leonado cría en los acantilados de la zona del Puig Roig (Escorca) que el Govern quiere ahora blindar contra los impactos humanos para garantizar la conservación de la especie. Crea así en la vertiente sur dos de las denominadas zonas de exclusión, en las que salvo contadas excepciones, solo se permitirá el acceso para usos científicos.

«En contra de lo que muchos piensan el buitre leonado no es una especie invasora en Mallorca porque no la trajo el hombre sino una circunstancia meteorológica excepcional y no compite con la población de buitre negro con la que convive en otros lugares del mundo», explica el especialista Fidel José Fernández.

Fernández, desmonta así los argumentos de los que se oponen a adoptar medidas para garantizar su supervivencia a la vez que desmiente las afirmaciones que hizo Units per Conservar de que el Parque de las Hoces del Río en Riaza se gestiona «sin restricciones de acceso incluso en época de cría».

«Decir eso es faltar a la verdad, o es fruto de una ignorancia muy atrevida. Hay numerosas prohibiciones en las Hoces, que es uno de los lugares donde más se ha estudiado el impacto humano», dice Fidel José Fernández. «A la inmensa mayoría del territorio no se puede pasar. Solo se puede acceder a determinadas sendas y con limitaciones, lugares en los que en la época de cría no se permite el paso», añade.

Explica el experto que «el 29 y 30 de octubre del año 2008 un ornitólogo que contaba en Murcia los buitres jóvenes (los únicos que se atreven a volar grandes distancias) vio un grupo que era empujado hacia el mar por un fuerte viento». Añade Fidel José Fernández que «a uno de ellos se le leyó la anilla y era nacido en Alcoy (Alicante)». Solo un día después comenzaron a avistarse buitres leonados en Balears. «Muchos no aguantaron el viaje, llegaron unos 100, pero la mayoría no resistieron», explica.

Los últimos recuentos (del año 2020) contabilizan 12 nidos ocupados con total seguridad y dos posibles en Mallorca con 12 pollos volados, cinco menos que en 2019.