El aparcamiento tiene unas 80 plazas que se llenan muy pronto. Después, los usuarios entran y salen constantemente en busca de un hueco, o terminan aparcando en las calles y aparcamiento de la urbanización vecina, que pertenece a Can Picafort. | Lola Olmo

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El polémico aparcamiento situado sobre la misma arena de la playa de Caseta des Capellans, en las Platges de Muro, podría pasar a la historia este año, si prosperan los planes del Ajuntament de Muro para suprimirlo y en su lugar, instalar algunos juegos de playa, como porterías o redes. Así lo ha trasladado el Consistorio a los concesionarios de los tres bares y restaurantes de este tramo de playa que cada verano se satura de visitantes atraídos por sus aguas cristalinas y la oferta de restauración, además de los centenares de residentes que disfrutan de las casitas construidas en los terrenos comunales de Es Capellans.

Sin alternativas

Tanto el aparcamiento como las casitas de veraneo de Es Capellans están fuera de ordenación y ubicados sobre una zona comunal del municipio afectada por el área de protección de Es Comú de Muro y del Parc Natural de s’Albufera, entre el mar y ambos márgenes de la carretera de Alcúdia a Artà. Al lado de Capellans en dirección a Alcúdia, la zona protegida se extiende durante varios kilómetros hasta llegar a las primeras urbanizaciones de Platges de Muro, por lo que no se puede construir un aparcamiento en ese tramo; y en el lateral en dirección a Artà, comienza el núcleo turístico de Can Picafort, que pertenece al municipio vecino de Santa Margalida. «No tenemos una alternativa donde construir una zona de estacionamiento para dar servicio a Capellans, llevamos años pidiéndolo y nos lo deniegan», señala el alcalde de Muro, Antoni Serra.

Todos los años, sobre todo durante los meses de julio y agosto, el aparcamiento irregular de la playa de Capellans se satura de vehículos, incluso en el pasado verano 2020, pese a la caída del turismo y las medidas restrictivas por la Covid-19. Durante todo el día, el acceso a Capellans se convierte en un incesante ir y venir de coches buscando sitio lo más cerca posible del mar y de los restaurantes, y levantando una polvareda de arena.

Y el trajín es en vano, pues a media mañana ya están ocupadas todas las plazas, mientras que las calles del poblado son ACIRE, con acceso permitido solo a los residentes en Muro, que pueden aparcar en los viales del poblado, también de arena, mostrando una identificación.

Este hecho ha obligado al Ajuntament a contratar vigilantes privados los dos últimos veranos, como medida disuasoria, ante la imposibilidad de tener una patrulla permanente de policías locales solo para Capellans.

Sin ‘chill out’ en la playa

El alcalde de Muro asegura que casi todos los bares y restaurantes de esta playa «comparten nuestra filosofía de evolucionar hacia una oferta más sostenible y en línea con las exigencias de Medi Ambient y de Costas a la hora de permitir estas actividades; de hecho, están dispuestos a reducir el horario de apertura y a dejar de programar fiestas o música para reducir el impacto ambiental que puedan generar».

Efectivamente, hasta que llegó la Covid-19, las comidas y atardeceres con copas y música de Dj’s en los chiringuitos frente al mar han sido durante años uno de los reclamos que han puesto de moda la playa de Capellans, a menudo hasta masificarla los fines de semana de verano, cuando crece tanto el número de turistas como de residentes en las casitas. Ahora la oferta podría centrarse únicamente en la gastronomía. «Hemos pedido la opinión a los gestores de los negocios y la vamos a evaluar, pero ellos mismos avalan este enfoque más ambiental», apunta Serra.

Si finalmente se decide la supresión de este aparcamiento, los planes del Ajuntament de Muro pasan por renovar el parque infantil que ya existe, y por la creación de una zona de ocio playero, con porterías y red de voley.

La seguridad privada para regular el acceso al ACIRE cuesta 9.000 euros cada verano

El Ajuntament de Muro declaró ACIRE todo el poblado de Capellans hace unos años, ante las continuas quejas por la saturación de coches que, al encontrar el parquing lleno, eran estacionados en todos los viales, bloqueando la entrada o salida de los residentes y de un eventual servicio de emergencias. Los veranos de 2019 y 2020, al ver que tampoco se respetaba el ACIRE, el equipo de gobierno (CDM-PP-PI) contrató seguridad privada en el acceso a Capellans y los vigilantes no dejaban entrar vehículos una vez ocupadas las aproximadamente 80 plazas del parquing, exceptuando a los residentes en Muro, que tienen acceso a las calles de la urbanización. El coste de este servicio, que se aplica desde mediados de junio hasta agosto, es de unos 3.200 euros mensuales. Es decir, a Muro le cuesta unos 8.750 euros cada verano intentar regular el caos en el acceso a Capellans.

ún así la labor de los vigilantes es informativa y para multar a los que aparcan mal se requiere la presencia de la Policía Local, que en verano se ve desbordada.