Miguel Àngel Adrover posa con su característica pipa. | Pedro Aguiló Mora

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Graduado en Filología Catalana por la UIB, Miquel Àngel Adrover (Campos,1994) surfea las mareas de lírica entre las olas de la glosa y la poesía.

Miquel Àngel Adrover ‘Campaner’ ¿Cómo empieza su vida en glosa?
— Mi historia es bastante peculiar. Descubrí la glosa en un viaje con la Coral de Campos a Roma en 2012. En una excursión a Nápoles, unas cinco horas en autocar, Toni de sa Parada empezó a cantar gloses de repertori. No las había oído nunca , ni sabía lo que eran. Pensaba que era una cosa que se hacía en sa Pobla y Manacor por Sant Antoni y ya está. Pero en un momento dado, hizo una en la que me dije: «Ahora habla de nosotros». Le pregunté cómo lo hacía y me respondió: «Me lo invento». Yo le pedí si podía enseñarme y me explicó como iba. Luego enganché un taller en el instituto y empecé a ir de público a las glosades. Conocer a los glosadores hizo incorporarme a sus ‘filas’.

¿Me equivoco si digo que la glosa es indisociable de la poesía?
— No existe diferencia. Cualquier creación literaria tiene parte de estructuración mental previa. Para glosar estructuramos la mente con versos heptasílabos. Intentamos que cada dos versos sea una idea y, a partir de aquí, vas encadenando lo que quieres decir. En cuanto a la poesía, si haces un soneto lo haces con endecasílabos y estructuras el cerebro igual. Sólo que, en vez de ‘hablar’ en heptasílabos lo haces en endecasílabos. En la glosa juega fuerte la improvisación, que hace que el texto no pueda ser tan cuidado como cuando se escribe. No obstante, tenemos el formato de la glosa escrita, que también sigue el mismo patrón de métrica y ritmo. Pero, claro, tienes más tiempo para pensar y puedes argumentar mejor lo que quieres transmitir. Más tiempo para sopesar las palabras. Te permite eliminar versos vacíos, de los que es imposible huir cuando improvisas. Cualquiera de los glosadores de Mallorca es capaz de hacer un poema mejor que muchos poetas famosos de esos que llaman ‘de todos los tiempos’. Hay más poesía en la mayoría de glosadores que en un muchos poetas afamados.

Es autor del poemario ‘Ara he vist passar una mèrlera’. ¿Cómo define su obra, qué la impulsa?
— No hablaría de poemario, sino de un libro de poemas. Un poemario es una obra estructurada en un solo cuerpo. ‘Ara he vist...’ es una selección de poemas escritos durante años y que luego ordenamos con el editor. En ellos hay un poco de todo: amor, sexo, naturaleza. Mucha crítica social, turística. Uno de los poemas de los que estoy más satisfecho es una parodia del ‘Pi de Formentor’ de Costa i Llobera. Soy un poco hater de esos personajes de la Escola Mallorquina, así que un día me propuse hacer una versión moderna del Pi que fuera una crítica del modelo turístico. En lugar un pino sobre un acantilado, es un cardo en la arena que los turistas pisan y del que pasan olímpicamente. Sólo se dedican a beber y no a llevarse su visión como recuerdo.

¿De quién beben sus musas?
— De Xoriguer, normalmente (risas). No. Para escribir no bebo. Me gusta escribir sobrio. Aparte de la influencia que ejercen en mi otros glosadores –si no fuera por ellos ahora no estaría aquí, no sería Miquel Àngel, o sería otro Miquel Àngel–, sí debo reconocer que mis musas beben de Blai Bonet, Damià Huguet y, en menor medida, Miquel Bauçà. Poetas que me son muy cercanos. Lo que no quita que también estén ahí Baudelaire o Bukowski.

¿Qué aptitudes se necesitan para ser un buen glosador?
— Ganas de serlo. Hablamos muchas veces de que, cuando descubres la glosa, será glosador aquel que llega a enfermar de ella, que llega a volverse loco con ella. Cuando empecé, no podía estar tres minutos sin hacer una glosa. Glosaba, bajito, andando por la calle. Hasta el punto de soñar en glosa. Es el proceso que hace la cabeza para moldearse a sus versos.

Pongámonos frívolos. ¿Es la glosa el ‘rap mallorquín’?
— No. La glosa es un formato de improvisación como pudiera ser el rap. Y si decimos que la glosa es mallorquina es desde un punto de vista muy ‘mallorcocentrista’. La glosa es un fenómeno universal. Se extiende por todo el Mediterráneo y los mejores glosadores del mundo son vascos y cubanos. En las finales de los campeonatos de ‘bertsolaris’ llegan a concentrarse 16.000 personas de público. Mientras que en Cuba, los repentistas son los máximos exponentes de la glosa en América.

¿Cómo lleva lo de fumar en pipa en estos tiempos tan poco elegantes y, ahora, tan restrictivos?
— Mal. Hace que fumo en pipa casi los mismos años que gloso. Empece a glosar antes y fumaba cigarrillos. Conocí a Llorenç Cloquell, que fumaba en pipa, y le dije que quería aprender. Me regaló una y me dio un cursillo de media hora antes de acudir a un taller en Manacor. Ahora fumo en pipa porque disfruto y ya forma parte de mi. Aunque la pipa fue antes que el personaje.