Toni Sureda, agricultor multidisciplinar, persevera en la crianza subterránea de sus vinos de Callet y Fogoneu | Pedro Aguiló Mora

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Toni Sureda, en Toni de Son Vell (nombre de la finca familiar en el toscanizante paisaje de Son Macià), es un agricultor multidisciplinar y un experimentado viñador, que, sin embargo, se resiste a hacer las cosas simplemente como el resto. Por eso siempre anda con alguna curolla en marcha. Como la de enterrar bajo las propias viñas de las nace su vino, una parte de la botellas vinificadas tras la vendimia.

A golpe de càvec y hazada, Toni Sureda empezó el martes a sacar a la luz algunas de las 400 botellas de Son Vell de la cosecha de 2017 que hace justo un año inhumó a dos metros de profundidad entre hileras de cepas de las variedades de uva Callet y Fogoneu.

Cuatrocientas botellas (aproximadamente un 10 por ciento de la limitadísima producción anual de Son Vell) que, antes de ser inhumadas para su reposo subterráneo, ya habían descansado 12 meses en el interior de la bodega de la finca, y, anteriormente, el vino de que contienen en su interior, otro año en barrica. Algo así como una triple crianza.

Las botellas de Son Vell desenterradas estos días corresponden a la segunda experiencia de estas características que Sureda y su familia llevan a cabo. Pero con alguna diferencia respecto a la primera.

Mientras el año pasado se exhumaron todas las botellas soterradas en un sólo día, esta vez se irán desenterrando en función de la demanda. De esta manera, el vino seguirá evolucionado bajo tierra en base a las a las características otorgadas durante su estancia en el subsuelo. Cosas de en Toni de Son Vell.

Cosas deciliciosas, por cierto, de quien es posiblemente es el viñador más risueño al sur de la carretera de Manacor y, a partir de ahora, ya sin ningún género de dudas, el más underground de todo Son Macià.