Según datos facilitados por el Ajuntament de Calvià, los hoteles de las diferentes zonas turísticas del municipio (que acumulan unas 60.700 camas) registraron en 2019 un total de 9.269.026 pernoctaciones. Una de las cifras más altas de todo el panorama turístico español. | Redacción Part Forana

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Los hoteleros de las diferentes zonas turísticas de Calvià se resisten a dar por perdida la temporada 2020, pero reconocen que la situación derivada de la pandemia de coronavirus deja al sector en un plano muy complejo.

El más pesimista (aunque no por ello menos realista) al respecto es el presidente de la Asociación Hotelera Bahía de Santa Ponça, Antoni Roses, quien advierte de que lo esencial es el restablecimiento por parte de los turoperadores de las conexiones aéreas desde los principales mercados emisores a Mallorca. Sin aviones no hay turistas y, a juicio de Roses, la posibilidad de que el tráfico aeronáutico se normalice de aquí a agosto es del «uno por ciento». «Veo muy complicado que vuelen en agosto. Casi imposible», lamenta este empresario hotelero. El británico es el primer mercado en la zona turística de la bahía de Santa Ponça y la evolución de los datos de la pandemia de coronavirus en Reino Unido (disparados en más de 41.000 personas fallecidas y más de 134.000 positivos) no invitan al optimismo. «A día de hoy, nuestros esfuerzos son para poder aguantar hasta marzo de 2021», reconoce Antoni Roses.

Menos concluyente se muestra el homólogo de Roses al frente de la Asociación de Hoteleros Palmanova–Magaluf. También en declaraciones a este diario, Mauricio Carballeda se resiste a decir que dan la temporada por terminada. «No perdemos la esperanza, cada día es cambiante», afirma Carballeda. No obstante, coincide con Antoni Roses en destacar la complejidad del escenario que se viene encima, «sujeto a varios niveles»: la disponibilidad de plazas aéreas, las restricciones de movilidad en España y, no menos importantes, las restricciones de movilidad impuestas en los países emisores. Como en caso de Santa Ponça, la dependencia británica del sector hotelero de Palmanova y Magaluf es absoluta. Mauricio Carballeda también ve plausible fijar el 1 de agosto como fecha límite y determinante. «Si entonces no podremos abrir, será complicado hacerlo ya más tarde. Máxime cuando, en años normales, el 80 por ciento de la planta cierra en octubre», recuerda. Asimismo, Carballeda señala que, en el difícil caso de poder abrir, «habría que mirar con qué ocupación y a qué precio. Ver si sale rentable». Sea como fuere, Carballeda concluye que el objetivo es tratar que, abiertos, los hoteles no den más pérdidas que cerrados y, sobre todo, den trabajo.

Preguntado sobre su visión sobre el panorama turístico en estos tiempos de coronavirus, el presidente de la Asociación Hotelera de Paguera y Cala Fornells, Antonio Mayol, coincide también con Roses y Carballeda en que el tráfico aeroportuario lo condiciona todo. Aunque, en Peguera, existen notables diferencias respecto a Santa Ponça y Magaluf. La principal, el primer mercado emisor de turistas a esta zona: el alemán. «Intentaremos no tirar la toalla y plantearemos la apertura de un corredor sanitario entre Alemania y Austria con Mallorca, puesto que la afectación del coronavirus en estos países parece más controlada».

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La idea de Mayol es estudiar como evoluciona la epidemia y, de cara a junio, ver la posibilidad de empezar a abrir hoteles en Peguera. Todo ello, a expensas de si es factible la reapertura de frecuencias aéreas, sanitariamente controladas, desde las principales regiones germanas.

«Cuando el sector hotelero estornuda, es que el del comercio ya está en la UVI»

Si el panorama para el sector hotelero es grave, el que se dibuja en el marco de la oferta asociada es crítico. «Cuando los hoteleros estornudan, es que los comerciantes ya estamos en la UVI», ilustra el presidente de la Asociación de Comercios Turístico (Acotur), Pepe Tirado.

Quien también incide en la dependencia de la reactivación del aeropuerto y, en su caso y por añadidura, de la apertura de la planta hotelera. Frente a esta coyuntura, Tirado asegura que el sector del comercio necesita «ayuda y flexibilidad» por parte de las administraciones. En este sentido apunta a la condonación o a una rebaja mínima del 50 por ciento las tasas e impuestos. «Trabajamos con turistas y sin turistas no podemos trabajar. Y si no podemos trabajar, no podemos cumplir con nuestra obligaciones impositivas», advierte el presidente de Acotur.

«Estamos tomados por la angustia y la agonía», denuncia Tirado, al tiempo que demanda a los diferentes gobiernos la práctica de test para verificar contagios. «Eso es esencial», concluye.