El pueblo celebra un año más su tradicional ofrenda floral. | Lola Olmo

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Niñas, niños y adultos, también muchas abuelas, salieron este jueves a la calle ataviados con sus trajes de payés y payesa de vestir, para recorrer las calles del centro, engalanadas con domassos, plantas, flores y figuras de la beata Francinaina. No hubo portal ni ventana en el camino que va de las Escoles Velles al convento de la Caridad y de éste a la Plaça Major, que no estuviera decorado en honor a la religiosa de Sencelles.

Este jueves las fiestas de la Beata Francinaina Cirer llegaron a su día más festivo y vistoso. A las diez y media de la mañana, un repicar de campanas anunciaba una misa que se celebró a la misma hora en que, hace 165 años, fallecía la religiosa de Sencelles y venerada en toda Mallorca.

Tras una visita a su sepulcro, la comitiva, con más de 400 ramos de flores repartidos por la Associació Tia Xiroia, que organiza la fiesta, se celebró una ofrenda floral al monumento que preside las escalinatas de la parroquia. Antes, la niña Llucia Lloret recitaba un poema obra de Antelm Ferretjans dedicado a la Beata Francinaina; y Joan Carles Llabrés, de Can Cirera y director del colegio CIDE, recordaba en el pregón el colegio de las monjas de la Caridad, donde estudiaron generaciones de sencellers, su etapa de monaguillo, la coral Sor Francinaina y la fiesta que celebró el pueblo en 1989, cuando su fue beatificada en Roma la beata tan querida en su tierra.