La treintena de personas que protagonizó la excursión reivindicativa se encontró la barrera de la finca cerrada y con carteles que pedían su apertura. | Alejandro Mendoza

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«La barrera está cerrada, gritó una niña en avanzadilla al llegar al camino de acceso al Molí des Castellet. Un candado custodiaba el sendero desafiando el dicho de que no se le pueden poner puertas al campo.

Frente a esa cerca acabó este domingo la décima excursión reivindicativa que congregó a una treintena de personas y que reclamaba la reapertura de la entrada y la restauración del molino. Un final abrupto pero no por ello inesperado.

La Comissió Pro Molí des Castellet, formada por diferentes organizaciones culturales y ecologistas, lleva una década batallando por que se garantice una correcta conservación del antiguo molino de harina. «Es un bien etnológico simbólico para el pueblo de Calvià», defiende Xavier Terrasa, portavoz de la comisión en la concentración de este domingo.

Un aprecio que les mueve a denunciar las «tropelías» que en su opinión comete la propiedad de la finca, como el ensanche del camino mediante camiones, reformas en las casas de roter y el cierre del acceso. Unas demandas que le han valido varias sanciones al propietario.

La excursión citó a unas 30 personas en Calvià, desde donde subieron por espacio de 20 minutos hasta la puerta de entrada a la finca. La barrera, cerrada y asegurada con una cadena y un candado, tenía también dos mensajes escritos sobre cartón. Uno pedía el acceso público; otro, más enigmático, rezaba la frase «Tot estirà fet net i reciclat demà. Salut i força». No sabían cómo interpretarlo los asistentes. Mientras, un cartel rojo colgado de un árbol recordaba la cruda realidad: propiedad privada.