El Ajuntament pide ayuda al Consell para rehabilitar el antiguo edificio de Industrias Agrícolas de Mallorca | PEP ROVIROSA

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El Ajuntament de Marratxí adquirió en 2015, por 4,4 millones de euros, las antiguas instalaciones de Industrias Agrícolas de Mallorca, situadas en el Pont d’Inca y popularmente conocidas como sa Garrovera. La intención del actual alcalde Miquel Cabot (PSOE) –como la de sus predecesores Joan Francesc Canyelles (Més) y Tomeu Oliver (PP)– es convertir el viejo complejo industrial de 5.500 metros cuadrados en un centro dedicado a usos socioculturales. Sin embargo, sólo para adecentar los patios interiores de la antigua fábrica y retirar toda la uralita de las cubiertas son necesarios dos millones de euros. La rehabilitación integral está presupuestada en 12.

En una reciente visita de la presidenta del Consell de Mallorca, Catalina Cladera, al municipio, Cabot solicitó ayuda financiera a la máxima representante del gobierno insular para acometer la primera fase del proyecto reforma: la que hace precisamente referencia a la limpieza de los patios y la retirada de la uralita, un material, cabe recordar, altamente contaminante. En el Consell ya estudian el proyecto y buscan la manera ayudar a iniciar de una vez la rehabilitación de sa Garrovera. Fuentes del Consistorio apuntan que los servicios jurídicos municipales se encuentran preparando la bases para la licitación de las obras correspondiente a la primer fase del proyecto.

Según el arquitecto mallorquín Pep Rovirosa, quien a sa Garrovera dedicó su proyecto de final de carrera, las antiguas instalaciones de Industrias Agrícolas de Mallorca formaban parte de un grupo de factorías que caracterizaron un periodo de la historia de Marratxí. La empresa inició su actividad en 1903 y se dedicaba a transformar la algarroba en harina y alcohol. Productos que luego exportaba a países europeos como Alemania, Francia y Reino Unido; así como a otras geografías más lejanas como Japón o Australia. La magnitud de la actividad industrial desarrollada era tal que la compañía de ferrocarriles estableció un cargador que conectaba la estación del Pont d’Inca con sa Garrovera, para poder transportar así sus productos hasta el puerto de Palma.

La fábrica cerró a principios de los 90 y, desde entonces, vive sumida en el abandono.