El incendio de Felanitx no quedó controlado hasta el 3 de agosto. | B.BENNASAR

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Esta semana se cumplen 40 años del gran incendio que afectó buena parte de la garriga y el pinar de Sant Salvador, ses Comunes y se acercó peligrosamente hasta el Castell de Santueri. Fueron cuatro días de fuego que dejaron una estampa desoladora con 1.500 quarterades quemadas.

Aunque han pasado cuatro décadas, el recuerdo de aquel desastre está todavía presente en la memoria de muchos felanitxers ya que Sant Salvador es uno de sus paisajes más queridos por los habitantes de la ciudad y su entorno había quedado reducido a cenizas y árboles quedamos.

Según publicó en ese momento el Setmanari Felanitx, el fuego empezó el 31 de julio de 1979 cerca del Pou d’en Taló (en la zona del Castell de Santueri) y se dio por sofocado ese mismo día. Pero no fue verdad. El drama acababa de empezar y al día siguiente el fuego revivió y se extendió rápidamente hacia ses Comunes. Quemó toda la tarde y noche, y al día siguiente la avioneta de Icona no pudo acudir a sofocar las llamas que todavía ardían porque la enviaron a cubrir otro incendio en la Península. No fue hasta el 3 de agosto por la tarde cuando el fuego quedó prácticamente controlado.

Las crónicas de los medios locales que se publicaron esos días son un poco contradictorias. Algunas apuntan que hubo una notable presencia de ciudadanos que acudió a sofocar el incendio, mientras que otras aseguran que iban a ver el ‘espectáculo’. Es más, algunas crónicas pusieron en tela de juicio las tareas de extinción y denunciaron la descoordinación de Icona.

La parte positiva de ese incendio fue que una semana más tarde, con las montañas ya peladas, llegaron las lluvias que ayudaron a la reforestación. Además, años después también se generó una ola de solidaridad ciudadana que colaboró en la reforestación del entorno. Tanto alumnos de los colegios, colectivos y personas anónimas acudieron al lugar para sembrar nuevos pinos.

El resultado de aquellas siembras puede verse hoy en algunas zonas llenas de jóvenes árboles. Eso sí, buena parte de la garriga está muy sucia e incluso en algunas zonas de ses Comunes todavía quedan en el suelo los troncos de pinos quemados de aquel verano de 1979.

Solidaridad

Tiempo después, los ciudadanos ayudaron en la reforestación de la zona, sembrando pinos o esparciendo semillas.