Los albercocs son el único reclamo para atraer gente a la pequeña feria de Porreres. | Joan Socies

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Este es un año de poca producción pero ello no provocó que la Fira de l’Albercoc de Porreres volviera a erigirse como un referente gastronómico del inicio del verano mallorquín.

La plaza de Porreres durante la tarde y la noche de este sábado volvió a llenarse de gente para disfrutar de las delicias gastronómicas entorno a este dulce fruto tan típico del pueblo.

Allí, además de poder adquirir distintas variedades de albaricoque, que a mediados de junio están a la plena, es decir en su punto álgido de producción, también se pueden saborear mermeladas, orejones (albercocs secs), ensaimadas, cremadillos y cocas de albaricoque, helados u otros productos que, con el albaricoque como producto principal, se ofrecen en la Fira de Porreres.

Pero más allá de la gastronomía, también hubo un espacio para la tradición. Los niños primero y los mayores después también pudieron mostrar sus habilidades a la hora de xapar albercocs. El trabajo llamó la atención de muchos visitantes que descubrían por primera vez como se hacían los orejones.

Se trata de una feria dedicada única y exclusivamente al albaricoque y que cuenta con el apoyo y organización de la Cooperativa Agrícola de la localidad.