Desde 2015 la cooperativa payesa de Pollença cuenta con un centro de tipificación del cordero en sus instalaciones.

TW
2

La Semana Santa da un respiro a los productores de cordero local, ahogados por la grave sequía que siguió a las inundaciones de octubre y que ha dejado sin pasto suficiente al ganado. A falta de heno (la cosecha se ha perdido y no vale la pena segar y empacar), los payeses se han quedado sin despensa para pasar el invierno y se ven obligados a administrar pienso como complemento alimenticio, lo que merma la rentabilidad de su cabaña.

Ante este panorama son muchos los productores que han sacado al mercado corderos más jóvenes de lo habitual, con un peso y calidad inferior a la de otros años, con la esperanza de darles una salida en Semana Santa.

Aunque en un principio se temió que el exceso de oferta hiciera caer el precio, finalmente este se ha mantenido estable, incluso ligeramente superior al de 2018 por lo que se puede calificar de buena campaña. En estos momentos el cordero de hasta 12 kilos se paga a 4,90 euros el kilo y el lechal a 6,90. Hace un año el cordero de hasta 12 kilos se pagaba a 4,80.

«Debido a la sequía ha habido un exceso de oferta pero por suerte han aguantado los precios», explica el presidente de la cooperativa de Pollença, Martí Solivellas.

La clave, según Solivellas, es que «todos los implicados hemos sido capaces de mantener el acuerdo que se alcanzó para fijar el precio en la lonja, se ha respetado por todas las partes».

Si hace unos años los productores de cordero de Mallorca se veían obligados a comercializar su producto en la Península donde los precios eran muy superiores a los que se pagaban en la Isla, hoy por hoy los precios del cordero en Mallorca están igualados con los de la Península. La crisis de consumo, que arrastra el sector desde hace ya más de una década, es común en ambos territorios. «En Mallorca llegó a haber 300.000 ovejas y ahora hay 163.000 y sobran corderos. El consumo ha caído y ahora es de apenas 1,5 kg por año y consumidor», explica Solivellas.

La cooperativa de Pollença, pionera en la creación de la marca Me de Pollença y de otros proyectos igualmente avanzados como el único centro homogeneización que existe en la Isla, cuenta actualmente con 96 productores y en 2018 cerró el año con 9.500 animales vendidos. Este año se espera que la cifra aumente a 10.000. La clave: «El mercado turístico nos permite seguir creciendo. Teniendo 14 millones de turistas, con un producto de calidad hemos de ser capaces de atraer», dice el presidente de la cooperativa de Pollença.

Así, aunque esta semana Santa las ventas de 820 corderos por parte de la cooperativa han dejado otros 200 en las fincas de los ganaderos, los payeses confían en colocar el excedente en cuanto empiece la temporada turística.

Pollença vive un momento especialmente difícil porque, no solo arrastra un mes y medio de grave sequía, sino que ésta vino precedida por las inundaciones de octubre que causaron daños en numerosas explotaciones.