La 'jove pagesa' en su finca de Campos. Se trata de la cuarta generación al frente de esta vaquería. | Gori Vicens

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Aunque la agricultura pasa por momentos difíciles, hay alguna brizna de esperanza que hace que haya continuidad y no decaiga más. Joana Mascaró, cuando habla de fora vila, desprende una energía que parece remover la tierra y más si hablamos de su verdadera pasión: las vacas. Y es que Joana se ha criado y vivido entre estos animales.

Ella es la cuarta generación de una familia que siempre ha vivido del campo y concretamente al frente de una vaquería, en la finca s’Hort de Son Coves, en Campos. Aunque siempre ha estado vinculada al campo, desde hace un año se dio de alta como pagesa jove siendo la única que lo está en la rama de vaquería. Asimismo, según el último censo, mujeres menores de 40 años titulares de explotaciones agrarias, en las islas, tan sólo hay 189, mientras que en la franja de edad entre 41 y 65 años la cifra sube a 1.489 y mayores de 65 años a 1.966.

Joana Mascaró tiene estudios de turismo y empresariales. Trabajó en un banco, pero fora vila le atrae más. Ahora compagina su trabajo en el campo con el de gestión administrativa en la oficina que el sindicato agrario UPA-AIA tiene en Campos. La explotación ganadera de s’Hort de Son Coves que Joana gestiona junto a sus padres, tiene unas 75 reses –siempre han mantenido el mismo número– y la producción de leche la venden directamente a una empresa quesera de la comarca.

Joana ve el sector «muy complicado», tanto a nivel nacional como en las islas. «En Mallorca no llegamos a las 20 vaquerías, además la mayoría de titulares son gente mayor y no veo un relevo generacional». Aunque sea un trabajo muy sacrificado en cuanto a horarios, Joana lo vive con pasión.

«En otros sectores como la hortaliza o granjas de cerdos u ovejas los horarios no son tan esclavizados, puedes variarlos según tus necesidades; en cambio el ordeño de las vacas se tiene que hacer en el momento indicado y además, cada día, incluyendo festivos, sábados y domingos; creo que este es uno de los motivos por los que cada día menos gente se dedica, junto al bajo precio al que compran la leche, que no compensa la cantidad de horas que trabajas».

Desde muy pequeña, Joana se relaciona con las vacas y ese amor lo ha transmitido a sus hijos. «Ellos entran en el corral de las terneras y juegan como lo hacía yo de pequeña, y yo entro en el de las vacas. El trato mutuo es muy importante, con mucho amo», incide. La mayor parte del día, las vacas están libres en un cercado. En el momento de ordeñarlas tienen que estar en la vaquería.

Para Joana Mascaró, el hecho de ser mujer no le impide hacer todos los trabajos propios de éste menester. Aunque actualmente los comparte con su padre, tiene claro que el día que él se jubile ella seguirá al frente de la explotación. «Puedo hacerlo igual que un hombre, todo es tener fuerza de voluntad y muchas veces vale más maña que fuerza», asegura.