Joan Monjo y Martí À. Torres, tras descubrir la efigie de Joan March i Ordinas. | Antoni Pol

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«Tot quant voldria seria veure la gent de la Vila vestida de saqueta». Esto es lo que, según la memoria popular, dijo Joan March Ordinas cuando abandonó el pueblo después del entierro de Rafel Garau, un joven contrabandista viler cuyo asesinato fue atribuido al controvertido financiero, si bien jamás se le condenó por ello. «Vestida de saqueta» significa vestida con tela de saco, es decir, como vestían los más pobres.

Rafel Garau, hijo de un contrabandista que era socio de March, fue asesinado en 1916, en Valencia. March pagó el traslado del cadáver a Mallorca, pero el pueblo –o buena parte, si no todo– ya había dictado sentencia: ‘Verga’ era el autor (intelectual) del crimen y se lo hizo saber. Así relataba hace una docena de años Josep Fluxa en el documental Joan March, els negocis de la guerra, lo que ocurrió en aquel entierro: «I quan passava en March amb so cotxo, ja li anaven a nes costat i ja li deien: asesino, asesino. Sa gent no s’aturava i fins que el varen haver enterrat sempre tothom cridava contra en March sobre es cas d’això: asesino». Cuando March abandonaba el pueblo, contrariado por lo que le decían, pronunció la frase reproducida más arriba: «Tot quant voldria seria veure la gent de la Vila vestida de saqueta».

Más de cien años después, el relato de estos hechos figura en el escrito de alegaciones que Suma, la coalición que agrupa a la izquierda vilera, ha presentado con el fin de que el expediente de revisión del título de hijo ilustre de March culmine con la retirada de los honores.

Buena parte de las alegaciones son notas históricas: un informe de un ex técnico municipal que recuerda las «buenas relaciones» de March con el régimen de Primo de Rivera, la venta de armas a los sublevados en la Guerra del Rif, distintas investigaciones judiciales sobre sus actividades en el contrabando de tabaco, su participación en el golpe de Estado de 1936 al financiar el avión que trasladó a Franco de Canarias a Marruecos, etcétera.

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Visita a sa Torre Cega

No obstante, el argumento que más se fundamenta es la mala relación entre Santa Margalida y la villa natal de March a partir del entierro de Garau. En las alegaciones se da por cierto, por ejemplo, que March fue proclamado hijo ilustre porque el Consistorio de entonces tenía la intención de pedirle un préstamo para financiar la adquisición de una nueva sede para el Ajuntament. Una comitiva presidida por el alcalde se desplazó –una noche de 1956– a sa Torre Cega (Cala Rajada) para darle cuenta de la proclamación y, con ello, obtener una respuesta positiva a su petición, pero March ni siquiera les recibió.

Las alegaciones también citan fragmentos de textos publicados en Foch i Fum. Por ejemplo: «Ala, per envant a parlar den Verga. ¡Y no vos penseu que no sigui una bona tasca! [...] No, no puc parlá malament, encara que se doni es cas que en aquest poble tret de mitja dotzena d’homos ningú el pot veure y ell heu sap».

Según la izquierda, por este y otros motivos, March no puede seguir como hijo ilustre.