La batalla de agua y paja ha conseguido revitalizar las fiestas de la Mare de Déu en Sencelles. | Teresa Ayuga

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Lo dice el refrán: «En el verano, unos tiran la paja y otros recogen el grano». En Sencelles, los primeros lo hacen a miles. Los sencellers, sin duda, se embalan y lo hacen en el sentido literal y en el figurado. Se dejan llevar cuando se trata de fiesta y la diversión coge velocidad y dura y dura...

Creado hace ahora once años, el Embala’t de Sencelles, en la línea con la guerra de almendras de Petra, las algarrobas de Costitx o las uvas de Binissalem, transforma las balas de paja en proyectiles de lujo para disfrutar arrojando la paja en el ojo ajeno.

La batalla de bala y paja es hoy una celebración plenamente consolidada que ha conseguido revitalizar las fiestas de la Mare de Déu de Sencelles poniéndolas en una situación privilegiada en el calendario de fiestas estivales, no solo a nivel local, sino de aquellos que gozan de los nuevos formatos alrededor de toda la Isla.

El Embala’t nació hace once años con la idea de revitalizar las fiestas patronales vinculando las raíces agrícolas del municipio con sus celebraciones estivales. Aunque el Ajuntament de Sencelles colabora, está organizado por la Comissió Embala’t y como otras fiestas populares de creación relativamente reciente sigue su propio protocolo.

Aunque la batalla campal no se desató hasta la tarde, la fiesta comenzó a mediodía con la lectura del pregón, este año a cargo de Maria Esperança Serra. Su padre, Felip Serra, era el garbejador major. Le siguieron los juegos con mobylette, al estilo del Sant Joan de Ciutadella y la anada al Pou Major para recoger las balas de paja.

En esta edición, por motivos de seguridad, se cambió el recorrido de los últimos años para ir a buscar las balas, que en lugar de en Sonarrossa esperaban en el Pou Major. A las dos se sirvieron los fideus de roter en la Plaça Nova y, acabada la sobremesa, fueron a recoger las balas y de vuelta en la plaza comenzó la batalla campal.
Pese al éxito creciente de popularidad el Embala’t ha conseguido mantener su esencia. El merchandising (cerca de mil camisetas) se agotó este año, como ya ocurrió en las últimas ediciones y también se agotaron los tíquets para disfrutar de los tradicionales fideos.

Por segundo año, la organización montó un concurso de decoración de fachadas con motivos vinculados a la fiesta.