Joan Monjo, en la playa de Can Picafort. | Antoni Pol

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Joan Monjo (Santa Margalida, 1956) es el teniente de alcalde de Santa Margalida gracias a un pacto con el PP y en virtud del cual será alcalde a partir de diciembre. Desde 1983 es regidor, primero con Alianza Popular y luego con UM y Convergència. Trabajó de ingeniero en Endesa. Su abuelo era el ahijado de Joan March Ordinas.

—Nada más llegar el primer chiringuito se le abrió expediente.
— Este chiringuito no tiene nada que ver con el proyectado por el Ajuntament. La normativa permite esa cafetería en un solar privado, pero como el espacio está afectado por Costas su tramitación es más compleja.

—¿Se ha gestionado bien?
—Entendemos que el chiringuito se depositó allí, no hay actividad. Para evitar suspicacias abrimos expediente y le damos dos meses para regularizar la situación. Si no lo consigue, deberá quitarlo.

—Vayamos al chiringuito del Consistorio. ¿Vale la pena el enfrentamiento con los vecinos?
—No veo que la gente de Son Serra esté contra este quiosco. Pero insisto: no queremos un chiringuito, sino pagar los 100.000 euros que vale mantener la playa. Este dinero debería ponerlo el Govern con cargo a la ecotasa.

—¿Y el Ajuntament no ve otra fórmula posible?
—No hay otra. El Consistorio defiende a los ciudadanos de todo el municipio: Son Serra, la Vila y Can Picafort. No les cargaremos algo que debe pagar el Govern. No estamos por dilapidar dinero público sino reducir los impuestos, como ya hemos hecho. Pero el tema de fondo no es el chiringuito, sino que el Govern está en contra del modelo turístico balear: no quiere gente ni hamacas en la playa. Les gustaría que no vinieran turistas y que muriéramos de hambre. No calculan que sin turismo no habría el bienestar actual.

—El chiringuito, la Policía Local, la depuradora, el helipuerto... ¿Es necesario tanto enfrentamiento o es su carácter?
—Es el Ajuntament que defiende sus intereses. Sí tengo un carácter fuerte, desde que comencé en política no he cambiado. Lo digo porque soy el mismo que apoyó al PSOE en 1995, pese a que ahora digan que soy autoritario. Les apoyé incluso cuando les hicieron una moción de censura; creí que era injusta y para mi lo primero es la dignidad. Le gente cree en mi porque sabe que jamás dejo tirados a mis amigos. Yo no me vendo al mejor postor.

—Dentro de medio año será alcalde. ¿Rebajará la tensión?
—Yo no he introducido tensión, pero si alguien quiere reírse del Ajuntament nos vamos defender. Ahora hablaba de la depuradora con emisario de Can Picafort, pero este tpoyecto no sale de nosotros: es el Govern el que se obstina en hacerla. No vamos a movernos ni un milímetro.

—Dice «ni un milímetro». A menudo le acusan de poco flexible, de tozudo.
— No se trata de tozudez o flexibilidad. Si flexibilidad es siempre dar la razón a los demás... Considero que quizás soy tozudo, pero con sentido común y formación. Y también, a lo mejor, autoritario, pero algo bueno debo de tener, porque he subido de 500 a 1.500 votos.

—Hace año y medio usted acusaba a Martí À. Torres de indocumentado, de no estar preparado... Y lo votó como alcalde.
—Hay que reconocer que el concepto que tenía de él era erróneo. Siempre pone al Ajuntament por encima de las demás cosas.

—¿Veremos a Georgie Dann este verano en Son Serra?
—No es un tema del Consistorio, aunque la gente no le crea. Hay particulares que están negociando para que venga.