Lo habitual en un año típico es que la variedad más temprana (Chardonnay) comience a brotar entre mediados y finales de marzo, pero este año la viña cogió por sorpresa a los expertos cuando a mediados de febrero aparecieron los primeros brotes. | Elena Ballestero

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Las altas temperaturas de los meses de invierno han provocado que las viñas hayan tenido una brotación temprana, adelantándose hasta un mes sobre las fechas habituales, lo que tiene desconcertado al sector.

Las variedad foránea Chardonnay ha sido la que más se ha adelantado (brotó a mediados del mes de febrero) y la variedad local Moll está a punto de brotar, informa el presidente de la Denominació d’Origen Binissalem, José Luis Roses, propietario de las bodegas José Luis Ferrer.

«Nos encontramos con un año atípico. Nadie recuerda que nunca la viña hubiera brotado en febrero, las consecuencias que puede tener esta brotación temprana son a día de hoy una incógnita, aunque hay que decir que en las últimas semanas la bajada de las temperaturas ha hecho que el fenómeno se vaya ralentizando», explica Roses.

Lo que más preocupaba a los expertos es el riesgo de heladas y granizadas, un riesgo que disminuye con la llegada de la primavera. «Un hecho anómalo como este está sujeto al peligro de una helada. Todavía se recuerda la helada del 2 de mayo de 1977 que acabó con un 70 por ciento de la cosecha, pero parece que aparentemente no hay motivo para preocuparse, nos asustó más el mes de febrero», dice el presidente de la DO Binissalem.