Uno de los problemas de los mercados semanales es el exceso de puestos de venta de productos del mismo tipo (por ejemplo, ropa) y la escasez de otros. | P. Pellicer

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El exceso de oferta de algunos productos y la pérdida de calidad ha llevado a los ayuntamientos de Santa Maria, Inca y Sineu a renovar sus mercados tradicionales.

El mayor problema que hallan los responsables de estos mercados es el exceso de oferta de un determinado producto y la escasa variedad de otros. En el Dijous de Inca, por ejemplo, dos terceras partes de los puestos ofertan productos textiles o de marroquinería i bisutería (101 paradetes de textil y 73 de marroquinería). En cambio, únicamente hay un alfarero.

En Santa Maria, más de 400 puestos de los 580 que hay se dedican a la venta de ropa, calzado y otros accesorios de este tipo. En Sineu sucede algo similar: la regidora responsable comenta que recientemente oyó como un visitante decía que el Dimecres se había convertido en «un mercado de bragas y sostenes».

Esta imagen es la que se pretende evitar. El Ajuntament d’Inca ya se ha puesto a trabajar en ello, y recientemente aprobó una modificación del reglamento mediante la cual se priorizará la entrada de aquellos vendedores en lista de espera que oferten «producto innovador (10 puntos extra) o artesanal (5 puntos)». Lo mismo pasa en Santa Maria, donde se favorece el ingreso de placers que vendan un producto diferenciado.