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Si bien Sant Sebastià ya asoma la cabeza, la fiesta santantoniera no se pudo dar por finalizada hasta el domingo. En los pueblos en los que la devoción hacia el patrón de los animales no alcanza la de los manacorins, poblers, o murers (por ejemplo), donde las beneïdes son inaplazables, la bendición de los animales no se celebró hasta el primer domingo posterior al 17 de enero. Es el caso de Llucmajor, Felanitx, Son Macià o Binissalem, entre otros.

En Llucmajor, la fiesta se inició con la concentración de carrozas y comparsas en el paseo de Jaume III. Abrieron la comitiva la Colla de Dimonis y Sant Antoni. También se unieron a la comitiva carros, carretas y jinetes con caballos que despertaron la admiración del público asistente que llenaba las calles que formaban parte del itinerario, además de perros, gatos, loros o periquitos.

En el núcleo de Son Macià, en Manacor, las beneïdes se viven por todo lo alto hasta el punto de que la localidad queda colapsada y es casi misión imposible acceder a ella.

En Felanitx, los vecinos se volcaron con este tradicional acto y fueron decenas los animales de todo pelaje que fueron bendecidos en las escalinatas de la iglesia de Sant Miquel. Algunas de las carrozas fueron reivindicativas contra las prospecciones o criticando la suciedad de las calles del pueblo.

En Inca, la novedad de las beneïdes este año fue la ubicación: no se hicieron en la carretera vieja de Alcúdia sino que regresaron al centro de la ciudad, frente a la parroquia de Santa Maria la Major.