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La iglesia de la Cala está cerrada desde hace más de dos años debido al riesgo de derrumbe. El templo, que sufre aluminosis, está apuntalado, a la espera de unas obras que no llegan, en parte por escasez de fieles en la zona y en parte por la confusión existente respecto a la titularidad legal del edificio y el elevado coste de la reforma.

Como otras urbanizaciones de la época la Cala se convirtió en suelo urbano por consolidación y poco a poco el Consistorio fue dando forma a los distintos urbanizables. La iglesia se construyó en ese escenario, en el entorno de la urbanización de los Encinares. No está escriturada ni forma parte del inventario de bienes del municipio pero tampoco está escriturada a nombre del Obispado. «Seguramente se hizo a cambio de la urbanización, no la construyó ni el Ajuntament ni el Obispado», explica el alcalde, Bartomeu Cifre.

Vecinos de la Cala han advertido al alcalde del riesgo de que el Obispado acabe escriturando el templo a su nombre si antes no lo hace el Consistorio. «Hay dos posibles escenarios, que el Obispado la arregle para un uso de culto o que la arregle el Ajuntament para crear un espacio público», dice el alcalde Cifre. Por el momento el Ajuntament no ha tomado ninguna decisión al respecto.