Un momento de la vermada. | Efe

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Binissalem no podía permanecer ayer ajeno a la gran 'marea verde' de Palma por mucho que celebrara su fiesta grande. El municipio, lejos de caer en la crispación, demostró que tiene clase abogando por una solución dialogada.

«Confiemos y trabajemos juntos para que no caiga el diálogo y encontremos una solución digna al conflicto», dijo en su discurso el alcalde, Jeroni Salom (PP). El alcalde del PP insufló «ánimo a los que reivindican una solución al problema de la educación».

Minutos antes, en su camino desde el Ajuntament a la iglesia las autoridades (encabezadas por la presidenta del Consell, Maria Salom, y el conseller de Medi Ambient, Gabriel Company) habían sido acompañadas por una gran senyera y una 'marea verde' de padres y profesores. La fiesta transcurrió sin incidentes, desde el silencio y el respeto. Salom anunció la creación de una imagen corporativa para el 50 aniversario de la Vermada.

Los binissalemers disfrutaron con la tradicional pesada de racimos, que ganó Pere Moyà con un ejemplar de cinco kilos y 400 gramos. Continuó la fiesta con la pisada de uva por parte de los vermadors que obtienen el primer mosto joven. Junto con las vermadores ofrecen el líquido a Nostra Senyora de Robines.

Destacar el sermón del rector de Bunyola, Llorenç Lladó, como invitado al oficio, que consiguió levantar a los asistentes con una ovación cerrada tras defender el consenso, los docentes, la lengua y la cultura dejando la frase «las camisetas verdes son símbolo de esperanza».