Imagen de la bandera de dieciséis metros de longitud que, desde la mañana del miércoles, cuelga del balcón de la Casa Consistorial de Inca. | Antoni Pol

TW
131

A raíz de la colocación de la rojigualda que el Ajuntament d'Inca desplegó el miércoles en el balcón de la casa consistorial para mostrar el apoyo del municipio a la selección española de fútbol, se han generado diversas opiniones al respecto, entre los que harían lo mismo y los que consideran que un Ajuntament no esta para este tipo de actuaciones los problemas actuales que se deben hacer frente.
Por su parte, el alcalde de Inca, Rafel Torres (PP), respondió ayer al PSOE -que exigió al equipo de gobierno que «no gastara un dinero que no tiene»- que la bandera no había costado ni un solo euro a las arcas municipales, puesto que ya era patrimonio del Consistorio.
Bartomeu Morro (Independents), alcalde de Sencelles, manifestó que el balcón de un ayuntamiento «no es el sitio más adecuado para este tipo de manifestaciones» y que «los responsables municipales nos enfrentamos a otros problemas mucho más importantes». Antoni Salas, primer edil de Costitx por UM, instó a «no banalizar los símbolos -en referencia al balcón de una casa consistorial- ni las banderas». «Parece mentira que lo que más se vea y llame la atención sea algo relacionado con el fútbol», lamentó.
Los alcaldes del PP se mostraron como Bernardí Coll. Antoni Mulet, Antoni Pastor o Joan Jaume Mulet fueron más comprensivos con su homólogo de Inca. Así, Guillem Crespí, munícipe de Santa Eugènia, aseguró que «también la habría colgado».