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M.S./M.P. «Los mineros tenían una profesión respetada porque se consideraba una vida de valientes», confesaba ayer Ginés Lorente, hijo del encargado general de las cuencas mineras de la isla de Mallorca.

En el día de Santa Bárbara, patrona de los mineros, es ya una tradición desde hace una decena de años que los antiguos trabajadores de las minas de lignito de la zona del Raiguer se reúnan para celebrar un acto religioso así como una comida de hermandad con sus familiares.

De esta manera, el Foro de Mallorca acogió ayer las anécdotas y los recuerdos que se vivieron en las principales minas de la zona de Lloseta, Sineu, Alcúdia o Mancor de la Vall. «Los mineros excavábamos más de cien metros para conseguir el carbón, que no era de gran calidad», explicó Ginés Lorente.

«Mucha gente vino de fuera para trabajar en las minas de aquí y ocupaban casas de las afueras de los pueblos», añadió el antiguo minero.
Aunque hace cerca de una veintena de años que las minas mallorquinas se cerraron a causa del apogeo del petróleo y la importación de carbón de otros lugares del mundo, la mayoría de trabajadores recuerdan que el día de Santa Bárbara, los propietarios obsequiaban a los mineros con un sobre que contenía un billete de veinticinco pesetas para celebrar la jornada dedicada a la festividad de su patrona.

Ayer no hubo sobres con propinas pero no faltó el respaldo de las autoridades con la presencia a los actos de la diada de los alcaldes de los municipios de Consell, Selva, Lloseta, Moscari y Alaró.