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Ya son una más. Poco a poco se van integrando y empiezan a conocer nuestra lengua y nuestras costumbres. Aquello que hace un tiempo era impensable, hoy empieza a ser una realidad. Un centenar de mujeres marroquíes, residentes en el municipio de Manacor, han hecho un paso adelante en la integración social. Se han tenido que superar algunas dificultades, pero se han atravesado barreras y se han abierto puertas. Algunas ya hablan de ir a la Universidad, otras ya no temen pedir hora para visitar el ginecólogo y otras ya no tienen ningún problema a la hora de ir a la escuela a hablar con los profesores de su hijos.

Todo este avance social ha sido posible gracias al proyecto de acogida que el Ajuntament de Manacor puso en marcha el año 2006 y que ha tenido una aceptación creciente. Mientras empezaba muy tímidamente como una primera experiencia con seis mujeres, este año han participado en Manacor y en Porto Cristo un total de 101 mujeres. Estas se han involucrado en los talleres realizando diversas actividades.

Han aprendido castellano, a relacionarse y a conocer el funcionamiento de nuestro sistema educativo o sanitario. «Es una experiencia muy buena para las mujeres marroquíes. Es una excelente oportunidad que nos han brindado y que quiero agradecer a nuestra profesora. A mí, me ayudará mucho porque tengo ganas de estudiar en la Universidad». Así hablaba Laminaa Boucraa, una de las participantes de este curso que se inició el pasado mes de octubre y que ayer se clausuró con una gran fiesta donde se pudo disfrutar de la comida típica del país.

La regidora de Servicios Sociales, Catalina Riera, explicó que «a través de los talleres, lo que pretendemos es facilitar la integración social de las mujeres y como consecuencia se potencia su autonomía personal. Es una vía para salir de su casa. Los niños en las escuelas y los hombres a través del trabajo se pueden integrar más fácilmente, pero las mujeres cuando llegan no tienen ningún canal y, a través de los talleres, les ayudamos en las relaciones».

Una de las profesoras, Aina Pérez, hacía una valoración muy positiva a nivel personal. «Es una experiencia muy gratificante. La relación que tienes con las mujeres es fuerte. No sólo les enseño, sino que aprendo con ellas. Me he enriquecido mucho».