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Los vecinos de Campos celebraron la festividad de Sant Blai, por esto como cada año acudieron hasta el oratorio del santo ubicado en la llanura campanera, con sus bicicletas o a pie fueron los medios de transporte más utilizados.

Fueron centenares los campaners que se acercaron hasta Sant Blai a bendecir los caramelos o las galletas y a untarse el cuello con el aceite bendecido, para curarse o abstenerse de sufrir un mal relacionado con el cuello.

Sant Blai sense fum, así es el lema elegido por el Ajuntament de Campos y que ya se ha consolidado, al igual que lo han hecho los vecinos del pueblo que acuden al oratorio con su bicicleta, o bien a pie.

Una vez llegados el Ajuntament de Campos les obsequia con coca y vino, para reponer fuerzas tras el esfuerzo. Más tarde es hora de la liturgia, la misa en honor del santo, llena el pequeño oratorio de feligreses. Para acabar la jornada con una paella popular y juegos y concursos para pequeños y grandes completan esta tradición campanera, que se repite cada tres de febrero en el oratorio de Sant Blai.