Joaquín Rabasco, durante la firma de su carta de dimisión ante el secretario municipal de Llucmajor. Foto: PEP BERGAS

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P. PRIETO/V. MALAGÓN «Veintiún años son muchos. He pasado la parte más bonita de mi vida trabajando como concejal de Llucmajor». Joaquín Rabasco quiere dejar claro que deja el Ajuntament por cansancio y rechaza con contundencia que la decisión tenga nada que ver con los siete delitos por los que está imputado y por los que, todavía espera que se fije la fecha del juicio.

«En todo caso, lo contrario. Si me presenté en las municipales fue por eso. Si no hubieran montado esa campaña contra mí, ya me habría ido», afirma. Rabasco encabezó la lista de la Asociación Social Independiente (ASI) por quinta vez en las municipales de mayo. Su partido obtuvo un acta de concejal; el que rompe el empate entre los once ediles del Partido Popular y los once que suman los siete del PSOE, los dos del PSM y el de UM. Su abstención permitió la reelección de Lluc Tomàs al frente del Consistorio.

Precisamente, los destinos de Tomás y de Rabasco están unidos judicialmente. El ya ex concejal está imputado por siete delitos por una supuesta trama de desvío de dinero de las arcas municipales. En la causa le acompaña el alcalde, a quien la Fiscalía acusa de aprobar facturas sin contrato de los expedientes llevados por Rabasco. El proceso está todavía pendiente de que se fije fecha para el juicio oral.

El líder de ASI, achaca la imputación judicial en su escrito de dimisión a «la conjunción de mercenarios chusqueros y dirigentes de instituciones para intentar arrastrarme al precipicio del descrédito tenebroso, durante los últimos interminables años». En el mismo texto, añade que el juicio deberá demostrar «si las acusaciones continuadas, las mentiras, las injurias y las calumnias, son ciertas o son producto de la crueldad de los que para mantenerse en la silla y llenar las arcas de su vanidad y lujuria, utilizan unidos con saña y canibalismo, todas las artes de sus antepasados, que fueron dueños de su santa Inquisición».